• La OMS ha pedido esta semana retrasar la posibilidad de inocular una tercera dosis hasta septiembre; Alemania o Israel han hecho caso omiso
  • La variante Delta ha puesto de manifiesto que volvemos a sufrir con el maldito bicho.

 

Ésa es la pregunta que ronda en estos momentos por las mentes de la comunidad científica del mundo entero. La variante Delta ha puesto de manifiesto que volvemos a sufrir con el maldito bicho. La quinta ola ya es un hecho; en las residencias vuelven a subir los casos y lo peor, en los hospitales comienzan a incrementar el número de pacientes ingresados por COVID-19 con la pauta completa. Ya no son negacionistas o personas con la primera dosis, ya hay gente hospitalizada con las dos dosis reglamentarias. Y claro, esto plantea muchas dudas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha pedido esta semana retrasar la posibilidad de inocular una tercera dosis hasta septiembre. Para ellos, es injusto revacunar a toda la población del primer mundo, que está protegida de los casos graves, cuando en países subdesarrollados aún quedan millones de personas que no han recibido ninguna. Sin embargo, países como Alemania o Israel han hecho caso omiso y comienzan a plantearse de forma seria, la tercera dosis para aquellos colectivos de más riesgo como los mayores o las personas imnunodeprimidas. El Reino Unido y Estados Unidos van a estudiarlo en firme en el mes de septiembre. Nosotros, como siempre, a esperar a ver qué hacen los demás.

Cuanta más gente se vacune, más protegidos estamos los demás. Se llama inmunidad colectiva conocida también como inmunidad comunitaria. Se refiere a la protección que se ofrece a todas las personas que forman parte de una comunidad, gracias a las altas tasas de vacunación. Cuando un número suficiente de personas se vacuna contra una enfermedad, es difícil que ésta adquiera fuerza dentro de la comunidad, lo cual tiene como consecuencia un tipo de protección para quienes no pueden recibir vacunas para algunas enfermedades (como los recién nacidos y las personas con enfermedades crónicas), y se reduce la posibilidad de un brote que pudiera exponerlos a la enfermedad. Esa inmunidad de rebaño se ha estimado entorno al 70% de la población, al menos inicialmente. Pero debido a la variante Delta, los expertos rectifican y ponen el corte en el 90% de la población. No olvidemos que mientras no esté vacunada la mayoría de la población mundial, las mutaciones volverán y estaremos bajo la amenaza Covid-19.

¿Cómo funciona?

Tras las dos dosis de la vacuna, el objetivo es obtener dos tipos de inmunidad, la celular y la relacionada con los anticuerpos. Se ha visto que, a los 15 días del primer pinchazo, los linfocitos T se encuentran activados específicamente contra el COVID-19 y llegan incluso a matar a las células ya infectadas, generando una inmunidad más duradera en el tiempo, la debida a las células. Los anticuerpos tardan un poco más en producirse e igualmente en agotarse, por lo que se requiere una segunda dosis a las tres semanas. Los niveles de anticuerpos van cayendo paulatinamente, como ocurre con todas las vacunas pero, los linfocitos tanto T como B (son los que fabrican los anticuerpos), siguen patrullando el organismo en alerta máxima. No hay estudios en firme, no creo que den tiempo la verdad, pero los expertos creen que una nueva dosis de vacuna va a producir un incremento en esa inmunidad celular, los linfocitos T y B, estos últimos fabrican y producen un incremento de los anticuerpos contra el virus. De esta forma, la respuesta inmune será más rápida, más potente y más duradera. Pasado el tiempo, dichas células se almacenan en los ganglios linfáticos y quedan “en la reserva”, a la espera de volver a ser activadas ante un contacto con el virus.

Las empresas responsables de las vacunas ya han hecho sus propios estudios y afirman que la inmunidad generada vuelve a estar en niveles de protección tremendamente altos. Además añaden un detalle: la posibilidad de vacunar con un tipo de vacuna diferente a la usada en las primeras dos dosis. La respuesta inmunitaria sería aún mayor -según dicen.

Respecto a los efectos secundarios, no varían de los producidos en las dosis anteriores: fiebre y dolor de cabeza entre los más comunes. Nada serio

La inmunidad desciende

Todos los niveles de anticuerpos descienden con el paso del tiempo, como ocurren en cualquier tipo de vacuna. La duda y es lo que tiene a todos los científicos en jaque es correlacionar esa caída en los niveles de anticuerpos y la efectividad de la vacuna. Trazar la línea roja a partir de la cual, una cifra de anticuerpos baja requiere una nueva dosis. Lo mismo que ocurre cuando un paciente requiere tomar la pastilla para bajar el azúcar. Saber que a partir de una cantidad, actuar.

En Israel lo tienen claro. Han analizado los datos de más de un millón de vacunados y han concluido dos cosas: la primera es que la efectividad de la vacuna ha descendido del 90% en los primeros meses de 2021 al 40% en el mes de junio del mismo año. Además, la caída ha sido mayor en los vacunados en los meses de enero y febrero que los de los últimos. Ellos van a vacunar con la tercera dosis en breve. Lógicamente, la variante delta por un lado y la toma de mayores riesgos y relajar las normas al sentirse seguros con la vacuna, por otro lado, han contribuido sin lugar a dudas.

EL OBJETIVO ES OBTENER DOS TIPOS DE INMUNIDAD: LA CELULAR Y LA RELACIONADA CON LOS ANTICUERPOS

No hay lugar a dudas acerca de la efectividad de las vacunas. Aparte de disminuir el riesgo de infección, lo que más ha hecho cambiar el curso de la pandemia, ha sido la drástica reducción de ingresos hospitalarios al reducir la incidencia de los casos más graves, sobre todo entre la gente más vulnerable, nuestros mayores.

Es toda una apuesta el vacunar a la población más vulnerable con la tercera dosis, sobre todo porque no hay un respaldo científico sólido. Sin embargo, yo sí los vacunaría. Lo tengo claro.