- Cuando nuestro equipo mete un gol, se liberan sustancias en nuestro cerebro de forma similar a cuando se tiene un orgasmo.
- Las personas diabéticas o hipertensas tienen un mayor riesgo de sufrir patologías cardiacas.
- Hay que reducir la ingesta de alcohol y comida basura ya que de por sí puede descompensar las enfermedades de base.
Siempre he sido muy forofo de mi equipo, el Real Madrid.
Recuerdo que de chico me enfadaba muchísimo cuando perdía. Le chillaba a la televisión, como si me pudieran oír, decía barbaridades fruto de la frustración.
En alguna ocasión me apagaban la televisión cuando las burradas que decía sobrepasaban el límite. Drazen Petrovic (en paz descanse), Stoichkov o cualquiera que hiciera daño en el resultado, eran el objeto de mis recuerdos a su árbol genealógico.
Llegó el punto que sufría tanto que prefería no ver los partidos, y es lo que sigo haciendo ahora.
Los grabo y mientras tanto hago otras cosas. Si gana, lo veo con la tranquilidad de saber que pase lo que pase, el resultado es favorable. Si pierden, lo borro y a otra cosa. Ese sufrimiento se traduce en un estrés importante para el organismo, tanto a nivel cerebral como a nivel cardíaco.
Me costaba dormir porque la adrenalina aún estaba a tope; incluso de pequeño no cenaba bien por estar castigado, o porque no tenía hambre.
Sé que suena tonto y desproporcionado, lo es. Muchos aficionados tienen comportamientos parecidos en función del partido, del rival o del torneo. En los partidos de eliminatorias o en las finales, toda esa cascada de emociones se desborda y se multiplica. No en vano la derrota equivale a despedirse del torneo.
Cambios en el organismo
Las emociones vividas en los acontecimientos deportivos provocan cambios a nivel de nuestro organismo.
Cuando nuestro equipo mete un gol, se liberan sustancias en nuestro cerebro de forma similar a cuando se tiene un orgasmo, sobre todo adrenalina y dopamina.
La liberación es mayor cuanto más cerca del final del partido se produce, al ir incrementándose el nivel de ansiedad conforme se acerca el final y el resultado es incierto.
Además, no todas las personas segregan la misma cantidad de estos neurotransmisores; entre 15 y 25 años se produce una mayor cantidad, eso hace que tengamos menor control sobre las emociones que personas más maduras.
De manera parecida ocurre cuando se produce una derrota y encima, con algún error o situación que la haga injusta. La liberación de adrenalina y dopamina se hace con mayor rapidez, pero en otras zonas del cerebro, provocando tristeza y enfado.
Las personas que tienen trastornos, como diabéticos o hipertensos, tienen una tasa liberación de adrenalina mucho más alta y también cambios en la liberación de insulina.
Por lo tanto, la aceleración cardiaca es más intensa y están predispuestos a tener arritmias, por eso muchas personas en los Mundiales de fútbol o en los Juegos Olímpicos se refieren que es la mayor tasa de infartos, cuando los equipos ganan o pierden, porque es mucha la liberación de adrenalina a nivel corporal.
Ésta conlleva a que muchas de las enfermedades crónico-degenerativas a ese nivel se exacerben comas diabéticos o infartos cada vez más frecuentes.
También tenemos que reconocer que las personas que tienen algún trastorno de la personalidad se afianza más fuerte ahí. Es frecuente que se produzcan taquicardias, dolores en el pecho, sudoración o dolor de cabeza producto de la subidas de tensión, entre los más destacados.
¿Por qué ocurre?
Nuestro organismo está gobernado en un equilibrio del sistema nervioso simpático y del parasimpático.
- El simpático es el encargado de las reacciones de alerta, de huir o luchar. Se libera cortisol que es la hormona del estrés y adrenalina en dosis altas con objeto de estar listo para lo que pueda pasar: el corazón se acelera, las pupilas se dilatan, comenzamos a sudar. Predomina cuando nos levantamos cada mañana, nos activa
- El parasimpático es el que domina cuando nos vamos a descansar; realiza lo contrario: baja la tensión y el ritmo cardíaco y nos prepara para dormir
Durante un partido, el simpático se hace el rey y es el que se encuentra activo mientras dure la emoción. Puede descompensar la tensión arterial o el ritmo cardíaco y en aquellos pacientes que sufren estas patologías, puede suponer un problema.
Si además de eso, se encuentra presente el alcohol o comida en abundancia, se forma la tormenta perfecta para que se produzca un problema cardiovascular que nos lleve al hospital.
Además, se ha visto que se produce un incremento de las sustancias procoagulantes en la sangre en detrimento de las anticoagulantes. Eso quiere decir que es como si la sangre se volviera más espesa y circulara por el organismo con mayor dificultad, dando pie a un incremento del riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular.
Es más frecuente que todo esto ocurra en las personas que acuden al estadio que en aquellos espectadores que ven los partidos desde casa.
Lógicamente la edad influye así como las patologías previas, pero se está viendo que estos fenómenos de dolor en el pecho, crisis de ansiedad, taquicardias…cada vez se ven con más frecuencia en pacientes jóvenes, pero sin llegar a padecer consecuencias fatales.
¿Hay que preocuparse?
No, salvo que seas hincha del Atlético de Madrid o del Almería esta temporada… es broma.
Esto no significa que no se pueda ver un partido por las consecuencias que pueda traer, pero sí es cierto que la frase “no apto para cardíacos” es una realidad a tener en cuenta.
Hay que reducir la ingesta de alcohol y la comida basura el rato de la contienda ya que de por sí puede descompensar las enfermedades de base.
La probabilidad de sufrir un evento cardiovascular es remota aún así.
No obstante, si tomamos las cosas con más calma, se puede tomar alguna infusión que ayude a controlar los nervios. Si la cosa se desmadra, apagar la tele o cambiar de canal, y si no, haga como yo, lo graba y si gana lo ve con toda tranquilidad. El deporte es salud, pero con cautela y buenas costumbres.