Es un término muy utilizado por médicos y fisioterapeutas cuando el lesionado se encuentra en la última etapa de recuperación.
Propiocepción es un término muy utilizado por médicos y fisioterapeutas cuando el lesionado se encuentra en la última etapa de recuperación. Es un proceso fundamental ya que nos hará evitará que recaigamos una y otra vez de la misma lesión.
Cuanta gente acude a la consulta con el esguince de tobillo por cuarta o quinta vez, y en cada ocasión, el mecanismo de lesión ha sido más leve y sin embargo, la inflamación y el dolor es más intenso cada vez. El motivo: no se ha completado el tratamiento propioceptivo básico.
Propiocepción hace referencia a la capacidad del cuerpo de detectar el movimiento y posición de las articulaciones. Dicho de otro modo, es la propiedad por la que sabemos en todo momento la posición de nuestras articulaciones y músculos sin necesidad de usar la vista.
Estando de pie sabemos perfectamente la posición en la que tenemos los pies apoyados en el suelo, cuando se flexionan o cuando un músculo se estira o contrae. La propiocepción mantiene la estabilidad articular, proporcionado el control del movimiento deseado y la estabilidad articular.
Para que el sistema propioceptivo funcione, hay dispuestos una serie de receptores situados en los músculos, articulaciones y ligamentos. Se encargan de detectar el grado de tensión y estiramiento muscular, la posición y tono de los ligamentos que se encargan de la estabilidad de una articulación y la situación de la cápsula articular.
Estos receptores envían continuamente información a través de los nervios hacia la médula espinal y el cerebro. Éste procesa los datos y envía de nuevo información a esos músculos y ligamentos mediante una orden concreta para que se estiren, contraigan o lo que precise en ese momento la articulación. Es un proceso subconsciente y muy rápido, lo realizamos de forma refleja.
Además de constituir una fuente de información que conecta a todo el cuerpo a la hora de mantener posiciones, realizar movimientos normales o aprender nuevos bien cotidianos o dentro de la práctica deportiva, cuando sufrimos una lesión articular, el sistema propioceptivo se deteriora produciéndose un déficit en la información propioceptiva que le llega al cerebro del sujeto. De esta forma, esa persona es más propensa a sufrir otra lesión.
Además, disminuye la coordinación en el ámbito deportivo. Lo mismo que al padecer un esguince, los ligamentos se rompen, la cápsula articular se daña, los nervios y los receptores que envían la información a la médula y el cerebro, también se lesionan.
Puede entrenarse con ejercicios específicos
El sistema propioceptivo puede entrenarse a través de ejercicios específicos para responder con mayor eficacia de forma que nos ayuda a mejorar la fuerza, coordinación, equilibrio de músculos, huesos y ligamentos, el tiempo de reacción ante situaciones determinadas de esos receptores nerviosos dañados y, como no, a compensar la pérdida de sensaciones ocasionada tras una lesión articular para evitar el riesgo de que ésta se vuelva a producir.
A través del entrenamiento propioceptivo, el paciente aprende sacar ventaja de los mecanismos reflejos e involuntarios como corregir la posición del tobillo cuando se ha torcido. Así, reflejos como el de estiramiento, que pueden aparecer ante una situación inesperada (por ejemplo, perder el equilibrio) se pueden manifestar de forma correcta (ayudan a recuperar la postura) o incorrecta (provocar un desequilibrio mayor).
Con el entrenamiento propioceptivo, los reflejos básicos incorrectos tienden a eliminarse para optimizar la respuesta.
Los objetivos que se pretender conseguir con el entrenamiento propioceptivo son:
Recuperación de la movilidad articular, mejorar la velocidad de reacción muscular, calidad de la contracción muscular, mejorar del esquema corporal y el objetivo final, disminuir el número de lesiones y mejorar el tiempo de recuperación tras una lesión, trabajando todas las articulaciones involucradas.
Cuando una persona se ha recuperado de un esguince de tobillo, habiendo realizado un trabajo propioceptivo específico, y vuelva a sufrir un mecanismo de torcedura de ese tobillo, la musculatura contraria al lado donde se está desplazando el pie, se contraerá y realizará un movimiento antagonista frenando dicho desplazamiento del tobillo y evitando la torcedura. Así funciona este sistema de prevención de lesiones.
Estos propioceptores encargados de mantener la posición y la estabilidad de las articulaciones y contracciones musculares se dividen en:
1.- EL HUSO MUSCULAR: es un receptor sensorial situado dentro de la estructura del músculo que se estimula ante estiramientos lo suficientemente fuertes de éste. Mide la longitud (grado de estiramiento) del músculo, el grado de estimulación mecánica y la velocidad con que se aplica el estiramiento y manda la información al cerebro. Ante velocidades muy elevadas de incremento de la longitud muscular, los husos proporcionan una información al cerebro que se traduce en una contracción refleja del músculo denominada reflejo miotático de estiramiento, que sería un reflejo de protección ante un estiramiento brusco o excesivo.
2.-ÓRGANOS TENDINOSOS DE GOLGI: es otro receptor sensorial situado en los tendones y se encarga de medir la tensión desarrollada por el músculo. Fundamentalmente, se activan cuando se produce una tensión peligrosa (extremadamente fuerte) en el complejo músculo-tendinoso, sobre todo si es de forma “activa” (generada por el sujeto y no por factores externos). Sería un reflejo de protección ante excesos de tensión en las fibras músculo-tendinosas que se manifiesta en una relajación de las fibras musculares.
3.- RECEPTORES DE LA CÁPSULA ARTICULAR Y LOS LIGAMENTOS ARTICULARES: parece ser que la carga que soportan estas estructuras con relación a la tensión muscular ejercida, también activa una serie de mecanorreceptores capaces de detectar la posición y movimiento de la articulación implicada. Se lesionan ante esguinces o torceduras de una articulación ya que se produce un desgarro de las estructuras capsulares y ligamentosas, dañando esos receptores.
4.-RECEPTORES DE LA PIEL: proporcionan información sobre el estado tónico muscular y sobre el movimiento, contribuyendo al sentido de la posición y al movimiento, sobre todo, de las extremidades, donde son muy numerosos.
Recuperando de nuevo todas estas estructuras, reduciremos la posibilidad de sufrir la misma lesión. Nuestros receptores estarán preparados para contrarrestar ese estímulo dañino como una torcedura.