• Las comidas familiares, de amigos o empresa durante estos días, junto a la pereza, son los mayores enemigos de la condición física: es recomendable seguir practicando ejercicio.

 

La Navidad es una fiesta maravillosa: intercambiamos regalos, se reúne la familia, paz, amor, año nuevo, deseos de cambio, ilusiones, hablamos hasta con los cuñados… pero… también nos ponemos morados comiendo (yo el primero), nos pasamos por el forro la dieta y el ejercicio, las comidas de empresa, salir en Nochevieja y sentirte como un boquerón enlatado… En Navidad todo vale, es una vez al año.

Es una reflexión bastante dramática pero con algo de sentido en algunas partes. La Navidad es la época del año en la que más excesos cometemos. Comidas de empresa, cenas familiares, dulces a granel y, en general, mal tiempo que no invita para nada a hacer ejercicio.

En invierno anochece muy pronto y, con los horarios laborales tan ajustados, es difícil encontrar el momento propicio para hacer deporte, el que hemos estado haciendo durante todo el año. El frío, la oscuridad y la pereza son nuestros mayores enemigos. Cualquier objetivo es válido, tanto si queremos perder peso como si la idea es estar cómodos con nosotros mismos. Todo es bueno para sentirse mejor. Lo bueno es que este año no está haciendo frío, por lo menos hasta ahora. A media mañana se puede salir a caminar incluso en manga corta.

No es el momento de olvidarnos de la rutina saludable que hemos llevado todo el año

Si comemos más, por lo menos mantengamos un poco el ejercicio físico para compensar. Es frecuente observar personas que comen mucho y hacen ejercicio intenso, se mantienen en su peso normal, mientras que, al dejar de gastar energía física, aumentan rápidamente de peso, pues siguen comiendo lo mismo que cuando hacían ejercicio, en lugar de reducir su alimentación.

Bendita rutina

Sin embargo, no es el momento de olvidarnos de la rutina saludable que hemos llevado todo el año. De otra manera, la báscula nos va a dar amargas noticias la próxima vez que decidamos ver nuestro peso. El sobrepeso es un estado anormal, un trastorno metabólico del organismo caracterizado por la acumulación excesiva de tejido adiposo. El concepto de si una persona está excedida de peso, varía con la raza, sexo, edad, época y el lugar. En términos generales es más frecuente en las mujeres y después de los 35 años (aunque puede darse a cualquier edad).

Para que se acumule grasa en el organismo, es necesario que el número de calorías ingeridas sea mayor que el de las gastadas (balance positivo de energía). El gasto de calorías va a depender de la actividad que va a desarrollar cada persona. Es frecuente que, por el frío y la oscuridad, el ejercicio físico se vea resentido en frecuencia y en duración; si a eso le asociamos que cometemos excesos alimenticios, la combinación puede resultar una bomba el día que nos armemos de valor y decidamos subir a la báscula tras las fiestas.

Es importante continuar con los hábitos de ejercicio que hemos llevado a cabo durante todo el año, así podremos compensar estos excesos y no nos saldremos mucho de la línea. Incluso conforme vamos cumpliendo años es posible que nuestro metabolismo se ralentice y al hacerse más lento, lo que comíamos el año pasado, este año engorde un poco más, como por arte de magia. No es nuestra culpa, es la biología.

¿Cómo podemos compensar los excesos?

A modo de pequeños consejos, detallamos una serie de hábitos interesantes a la hora de afrontar las copiosas comidas navideñas:

1.- No debemos alterar los hábitos de alimentación y ejercicio habituales. No debes saltarte ninguna toma y mantener una regularidad horaria en las mismas. Reservaremos los “excesos” para las fechas más señaladas.  Como dicen algunos nutricionistas, hay días donde podemos hacer un poco de trampa. No todo va a ser tan estricto.

2.-Controlar el alcohol. Es frecuente que las enfermedades crónicas como la hipertensión o la diabetes se descompensen como consecuencia de este incremento en el consumo, así como en aquellos pacientes que toman medicación para alguna enfermedad neurológica. Es conveniente que tras la ingesta de alcohol se ingiera agua en cantidad abundante antes de ir a dormir, aunque ello implique tener que levantarse de la cama durante la noche (o parte del día) para acudir al servicio. Esta medida facilita la depuración del alcohol presente en la sangre y, sobre todo, la aceleración de la eliminación de su principal metabolito neurotóxico, el acetaldehído, responsable de la mayor parte de los efectos de la “resaca”.

A la mañana siguiente del exceso alcohólico resulta tonificante para el aparato digestivo tomar una infusión de hierbas aromáticas y preferiblemente menta, poleo o similares, seguido una dieta láctea suave y si fuera necesario (cefalea) algún analgésico (paracetamol, etc.). También el beber abundante agua al día siguiente ayuda que el dolor de cabeza sea menor ya que evita que haya una deshidratación cerebral que contribuya a agravar la resaca.

3.-Planificación adecuada del menú. Si el plato principal es muy calórico se deberán preparar entrantes ligeros. Además, es importante comer despacio y masticar. Dejamos los cubiertos en el plato mientras masticamos. Es un buen truco para no precipitarnos ni tener ansiedad. No se trata de “engullir” sino de disfrutar y saborear la comida, la bebida y la compañía.

4.-La fruta es fundamental. Se puede plantear como alternativa a los dulces, colocar bandejas de fruta que, además, ayude a eliminar toxinas como es el caso de la piña.

5.-Se puede comer de todo pero en cantidades razonables. Se trata de tener sentido común. El día de Nochebuena o Nochevieja, haremos comidas ligeras a mediodía para no saturarnos pronto. Sobre todo disfrutemos de los nuestros, de la Navidad que se parece a las Navidades previas al COVID.

Brindemos por los que están y por los que no. ¡FELIZ NAVIDAD LECTORES!