untitled

 

Como todos los primeros de julio, asistimos a los encierros mañaneros de San Fermín. El problema, no hay espacio para todos y que los toros bravos no son nada diplomáticos y arrasan con todo lo que tengan delante. El resultado, lesiones variadas, unas mas graves y otras menos, alguna mortal.

A continuación vamos a detallar las lesiones más frecuentes. Heridas. Es la lesión más frecuente siendo las piernas la localización más habitual. La idiosincrasia de éstas parte del entorno en el que se mueve el toro. En los pitones se acumulan toneladas de gérmenes que se encuentran en el suelo, en los establos o al golpearse con otros miembros de la manada. Los gérmenes pueden ser aeróbicos y anaeróbicos y entre ellos, el más peligroso, el tétanos. Otra característica esqueno son heridas limpias en cuanto su trayectoria, suelen darse varios recorridos con el consiguiente destrozo de tejidos,músculo, piel y tejido celular subcutáneo, así como la posibilidad de introducir cuerpos extraños en el seno de la herida como plantas, arena…

La principal complicación es la infección. Las heridas por asta de toro no se suelen suturar lo mismo que las mordeduras. Al suturarlas, dejamos espacios muertos con ausencia de oxígeno, caldo de cultivo para una infección grave. Se aproximan los bordes de la herida y se dejan drenajes. Debe cerrar de lo profundo a lo superficial. A todo eso hay que añadir tratamiento antibiótico intravenoso intensivo durante varios días. Hay que tener mucho cuidado con las lesiones vasculares o nerviosas. Se pueden producir daños no reparables que comprometan el riego a la extremidad. En algunos casos, las lesiones provocan hemorragias masivas con resultado fatal.

Ojo a la herida que afecta a la arteria femoral, en la zona interna del muslo, el triángulo de Scarpa. Muchos toreros han sido cogidos con importantes repercusiones, el último que recuerdo es José Tomás.