El uso no controlado o indiscriminado de los fármacos puede hacer que en lugar de curar, los efectos secundarios nos perjudiquen o provoquen problemas potencialmente peligrosos.

Las familias de fármacos más utilizados en los hogares para medicarse a uno mismo son los analgésicos y los antibióticos.

Los fármacos nos ayudan en nuestro día a día. Evitan situaciones desagradables y limitantes como pueden ser todas las relacionadas con el dolor gracias a los analgésicos. Resuelven problemas serios incluso potencialmente letales como son las infecciones gracias a los antibióticos o nos permiten llevar una vida normal si los problemas o el estrés cuando ambos nos sobrepasan como sucede al tomar ansiolíticos.

Sin embargo, el uso no controlado o indiscriminado de esas medicinas que están diseñadas para hacernos la vida más fácil puede hacer que en lugar de curar, los efectos secundarios nos perjudiquen o provoquen problemas potencialmente peligrosos. En muchas ocasiones somos completamente ajenos, sobre todo porque la mayoría de los pacientes no entienden los largos y enrevesados prospectos que encontramos dentro de las cajas de medicinas

Para eso están los médicos y los farmacéuticos, para explicarlos y aconsejar cuál es la mejor opción farmacológica en cada caso concreto. Los riesgos en los que se incurre al tomar medicinas por nuestra cuenta son:

  • Provocar resistencias en las bacterias que causan las infecciones en nuestro organismo. Eso hará que para el siguiente proceso infeccioso se precisen antibióticos de mayor potencia pero también con mayor número de efectos secundarios. Ello supone falta de efectividad.
  • Toxicidad. Al tomar medicinas sin control, desconocemos tanto a duración del tratamiento así como la dosis a tomar lo que puede provocar la aparición de efectos no deseados.
  • Dependencia y tolerancia: Sobre todo en el caso de los analgésicos o los ansiolíticos. El uso indiscriminado de ambos provocará que nuestro organismo se “acostumbre” a la sustancia y que precisemos aumentar la dosis para conseguir el mismo efecto que antes.
  • Interacciones con otros medicamentos: si padecemos de hipertensión deberemos ser cuidadosos al tomar antiinflamatorios porque es sabido que pueden incrementar la presión arterial con los riesgos que esto conlleva.

Las familias de fármacos más utilizados en los hogares para medicarse a uno mismo son los analgésicos y los antibióticos.

Los analgésicos, los más almacenados en casa

Es la familia de fármacos que más almacenamos en casa. Paracetamol e ibuprofeno se llevan la palma. Nadie quiere tener dolor de espalda o de una muela caprichosa y, en lugar de acudir al médico, preferimos abrir el armario de las medicinas y tomar paracetamol de 1 gramo o un ibuprofeno 600 mg.

Recientemente en Francia hay una polémica por el incremento de infecciones y la toma de ibuprofeno. Hay una serie de infecciones como anginas, rinofaringitis, otitis, tos, infección pulmonar, algunas lesiones cutáneas y la varicela, sobre todo por estreptococos, que pueden empeorar por la toma de este medicamento.

Esas complicaciones se observaron al cabo de periodos de tratamiento muy breves (de dos a tres días) cuando el ibuprofeno se había recetado (o utilizado en automedicación) para fiebre, problemas cutáneos benignos de aspecto inflamatorio, respiratorios o de nariz, oído y garganta.

En nuestro país hay una figura llamada EFP (Especialidad Farmacéutica Publicitaria) que se refería a los medicamentos destinados al alivio, tratamiento y curación de dolencias leves, que no requieren de prescripción médica para su dispensación, que no están reembolsados y que pueden ser publicitados al público en general.

Entre ellos el paracetamol de 500 mg, el ibuprofeno de 400 mg y las cremas sobre todo las destinadas al alivio del dolor. Ello facilita el alcance de estos medicamentos a cualquier persona. En Reino Unido, el paracetamol está involucrado en muchos casos de suicidios (con éxito o no), por lo que el gobierno británico ha decidido que la cantidad máxima de este medicamento que se expenderá en las farmacias será de una caja por persona.

Los antibióticos, un problema real

España es uno de los países donde más usamos antibióticos de forma indiscriminada y automedicada por los propios pacientes. Al no poder retirarlos sin receta, algunas personas comienzan a tomarlos para un resfriado leve o una gripe, cuadros de etiología viral y los susceptibles de tratamiento con antibióticos, gracias a algunos comprimidos que se almacenan en casa, hecho aún más peligroso porque no se completa el tiempo mínimo recomendado una vez se inicia la terapia.

Ello contribuye a que algunas cepas de bacterias que residen en nuestro organismo se vuelvan resistentes.

Entre 1.500 y 2.000 personas mueren cada año en España a causa de las bacterias multirresistentes a los antibióticos, una cifra que supera a los de los accidentes de tráfico.

Solo en la Unión Europea, según datos del Centro de Control de Enfermedades Europeo (ECDC), fallecen unos 25.000 individuos al año a causa de las bacterias multirresistentes a los antibióticos. De continuar esta tendencia, en 2050 se pueden producir 10 millones de muertes al año en el mundo, frente al medio millón actual. La resistencia de las bacterias a los antibióticos es un problema sobre el que se lleva años alertando y que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido como una gran amenaza para la salud pública.

¿Por qué ocurre la resistencia?

Hay varias causas que se postulan para conocer la razón del incremento de gérmenes resistentes a todo:

  1. El consumo excesivo de antibióticos: Esa es una de las principales causas. Estamos acostumbrados a tomar antibióticos ante situaciones en las que no sería necesario hacerlo como procesos gripales o febriles, en su mayoría causados por virus y a los que la toma de antibióticos no les afecta en modo alguno.
  2. Escasa duración del tratamiento: Es frecuente que los pacientes no completen el ciclo de tratamiento en cuanto a lo que duración se refiere. El tiempo recomendado de la toma de medicación es entre 5-7 días.
  3. Uso combinado de antibióticos: Ante la falta de respuesta a algunas terapias con un único fármaco, ante una infección se suelen combinar al menos dos antibióticos distintos para poder cubrir un mayor espectro de gérmenes. Pero si no se mantiene la duración adecuada del tratamiento, surgen las resistencias. Cada vez usamos antibióticos de mayor potencia para tratar infecciones de menor importancia.
  4. Mutaciones en los gérmenes: Se ha comprobado que algunas bacterias más peligrosas, como la E.Colli, la Pseudomona o Klebiella, han mutado desarrollando resistencias a los antibióticos más potentes de los que disponemos.