- Ya se ve la luz al final de túnel: hasta ayer, más de 330 millones de dosis se habían administrado en 121 países.
Conforme la población mundial se vacuna, empezamos a tener datos acerca de la efectividad de las vacunas. Lo que todo el mundo quiere saber es si tras la vacunación se logrará la ansiedad inmunidad, si ésta es duradera, si una vez vacunados se puede contagiar, cuando se podrá abandonar las mascarillas o si este verano se podrá ir de vacaciones, si el turismo volverá, los bares abrirán y la economía resurgirá de sus cenizas. Esto que parece el cuento de la lechera, deberá estar basado en la eficacia de la vacunación.
Esta semana tenemos motivos para ver más cerca si cabe la luz del túnel. Hasta ayer, más de 330 millones de dosis se han administrado en 121 países. El país que más vacunados tiene, Israel, ha publicado un estudio acerca de la efectividad de la vacunación, concretamente con Pfizer. Allí han realizado un estudio observacional con dos objetivos: medir la efectividad ante la posibilidad de infectarse tras ser vacunado y por otro lado, la posibilidad de que una persona vacunada sea capaz de contagiar.
Respecto a lo primero, se ha comprobado que en Israel, la mortalidad por COVID19 en pacientes ya vacunados incluso con una sola dosis, se ha reducido un 99%. Casi el 50% de la población ha recibido al menos una dosis. La posibilidad de padecer la enfermedad de forma asintomática se ha reducido un 96% entre los vacunados.
En el segundo objeto de la investigación se ha concluido que los vacunados con Pfizer tienen menor posibilidad de contagiar que los no vacunados, lo que acabaría con la transmisión del virus por parte de los asintomáticos, con las mascarillas. Todo volvería a ser como antes. Sin embargo, esto aún no se sostiene del todo. El estudio es observacional, es decir, no hay ensayos clínicos que lo respalden y que descarten que esta conclusión sea fruto del azar. No se ha revisado de forma seria y pormenorizada y puede tener algunos sesgos que hagan que las conclusiones no sean válidas, pero algo es algo. Esa reducción de la posibilidad de contagiar el virus entre los vacunados llegó al 89%.
Muchos expertos indican que se ha sobreestimado esa cifra y que en realidad y con los ajustes se quedará en algo menos. Este dato aunque provisional, es realmente importante. Desde luego tiene sentido que si la vacuna evita que el virus se haga fuerte en las vías respiratorias, y posteriormente provoque lesiones en los pulmones, también es de suponer que la carga viral que porta esa misma persona vacunada es mínima y con muy escasa capacidad infectiva. Se ha visto que la carga viral que porta un vacunado con una sola dosis, puede llegar a ser 20 veces menor que si no lo está. A más vacunados, más reducción de la posibilidad de contagio y más cerca la inmunidad de rebaño. Se estima que los pacientes asintomáticos que son responsables del 24% de las transmisiones del virus.
La erradicación del virus va a depender de donde se pueda “esconder”, los llamados reservorios. Si la mayor parte de la población se encuentra vacunada, el virus no tendrá escapatoria. Únicamente las mutaciones o cambios genéticos o refugiarse en animales puede mantenerle a salvo. A menor circulación del virus, menor posibilidad de mutaciones y menor riesgo. A primeros de este mes de marzo, un estudio proveniente de la prestigiosa Mayo Clinic concluyó que tras la administración de las dos dosis de Pfizer, el riesgo de padecer una infección asintomática por Covid19 se redujo en un 80%.
Vacunas frente a la COVID
El objetivo de la vacuna es obtener dos tipos de inmunidad, la celular y la relacionada con los anticuerpos. Se ha visto que, a los 15 días, los linfocitos T se encuentran activados específicamente contra el COVID-19, generando una inmunidad más duradera en el tiempo, la debida a las células. Los anticuerpos tardan un poco más en producirse e igualmente en agotarse, por lo que se requiere una segunda dosis al mes.
De todas las que han llegado a la recta final, hay tres que parecen más destacadas: Pfizer, Moderna y la de Oxford-Astra Zéneca. Tienen en común varias cosas:
-Se administran por vía intramuscular, ya sea en el brazo o el glúteo.
-Se necesitan dos dosis. El intervalo entre cada inyección son 28 días.
La de Pfizer y Moderna, ambas americanas precisan un almacenaje en frío. Las primeras a 70º grados bajo cero y la de Moderna a 20 bajo cero. La de Oxford no precisa un frío tan intenso para su almacenamiento.
¿Son seguras?
Definitivamente sí. Es el principio básico en Medicina de la mano de Hipócrates: “Primero y lo más importante es no hacer daño”. Tanto en el trabajo publicado en THE LANCET donde se analiza a la vacuna Oxford-Astra Zéneca, como en el dosier de 53 páginas que ha aprobado la FDA sobre la de Pfizer, ambos concluyen que no han habido efectos adversos graves ni muertes relacionada con la vacunación. En principio, la seguridad que es lo primero, está garantizada, aunque el día a día irá determinando el comportamiento real, más allá de los Ensayos Clínicos.
Esta semana ha habido mucho temor con un lote de vacunas de Astra Zéneca por la aparición de casos de trombosis en pacientes que habían recibido la primera dosis de la vacuna, con efectos fatales. Lo mismo ha ocurrido en Italia donde un policía y una enfermera fallecieron por causas trombóticas días después de la vacuna. Aún se está revisando qué ha ocurrido en estos pacientes pero países como Dinamarca o Noruega han decidido suspender la vacunación de Astra Zéneca. Otros han paralizado el lote que se relaciona con estos efectos secundarios tan letales como improbables. España ya ha administrado las dosis correspondientes a ese lote, concretamente a policías de la Comunidad de Madrid. Para controlar el seguimiento de las vacunas como de cualquier medicamente, hay un sistema de fármaco-vigilancia encargado de valorar posibles efectos adversos de estos y otros fármacos.
Efectos secundarios
Pueden tenerlos pero son de escasa relevancia. Enrojecimiento de la zona donde se ha inoculado, otras veces un cuadro pseudogripal los días sucesivos al pinchazo, pero en general de escasa importancia. Cansancio o dolor de cabeza también pueden ser frecuentes. El 25% de los vacunados tuvo que tomar alguna medicación tipo paracetamol para mitigar los síntomas tras el primer pinchazo y el 50% tuvo que tomar algún antiinflamatorio o analgésico tras el segundo pinchazo.