Casi todo el mundo hoy en día utiliza un móvil o una tablet para comunicarse y esto no es gratuito en términos de salud, sino que genera multitud de patologías
Las nuevas tecnologías están convirtiendo en zombies a las personas
CASI todo el mundo hoy día usa un móvil o una tablet para comunicarse, acceder a internet, conectarse a redes sociales, o leer el periódico. Si pudiérais calcular el número de veces que usamos el teclado de uno de estos dispositivos a lo largo de un día, nos llevaríamos una sorpresa. Se abusa, abusamos.
Y esto no es gratuito en términos de salud. Estamos dectectando patologías relacionadas con el sobreuso de los dedos, en mayor medida, por este tipo de dispositivos. Entre las más habituales, síndrome túnel carpiano, tendinitis de los flexores de la mano, artritis de las articulaciones que unen las falanges de los dedos.
Desde esta tribuna no pensamos que el uso de las nuevas tecnologías sea un invento perjudicial sobre todo porque su uso racional acerca a los que se encuentran más lejos. Sin embargo, su abuso puede provocar que aleje a los que tenemos más cerca, un sinsentido en realidad.
Debemos usar estas nuevas tecnologías de forma responsable, de otra manera, nuestra vida social se resentirá así como nuestro aparato locomotor, los ojos por tener tantas horas la vista fija en la pantalla y nuestra mente.Hay media docena de patologías que se han asociado al uso excesivo de teléfonos y tablets y engloban desde incremento de riesgo de sufrir miopía o agravarla al fijar la vista sobre una pantalla pequeña hasta la aparición de un espolón occipital.
1.-Espolón occipital
Debido al importante número de horas que empleamos mirando hacia abajo a la pantalla, la musculatura cervical que se inserta en la zona occipital del cráneo, la nuca, debe estar continuamente traccionando para sujetar la cabeza y poder mantener la postura. Es típico si llevamos mucho tiempo mirando abajo, realizar el movimiento opuesto y girar al cuello a modo de alivio para relajar la musculatura. Cuando esa tracción se mantiene durante muchas horas, la elasticidad de la parte final del músculo que entra en contacto con el hueso, sufre; y lo hace de la misma manera que lo hace una tendinitis crónica, calcificando dicha inserción. Este cambio en la naturaleza del músculo provoca que dicho músculo en la zona final tenga nula elasticidad y se comporte como una cuerda en lugar de ser como una goma. Eso provoca de forma automática dolor de cabeza, sobre todo de dicha nuca, contractura de la musculatura cervical del lado afecto y la correspondiente pérdida de movilidad para las rotaciones y los giros. Es frecuente también que la persona tenga “sensación de arenilla” en el cuello cada vez que realiza algún movimiento que provoque el empleo de esos músculos. Lo más llamativo es la radiografía. En la proyección lateral es llamativo apreciar un gancho que nace en la nuca y se adentra en la musculatura que se ha calcificado. Es similar que a lo que ocurre en los espolones de los pies donde podemos observar un gancho que se invade parte de la fascia plantar y que refleja el estado degenerativo de ese tendón. El gancho no es el responsable del dolor, es la pérdida de elasticidad del tendón lo que provoca el acortamiento y el dolor.
2.-Tendinitis de la mano
La primera se llama De Quervain. Se trata de una tendinitis del dedo pulgar de la mano. Es un verdadero conflicto continente-contenido entre los tendones extensor corto (dorsal) y abductor largo del pulgar (volar). Se produce al igual que en la epicondilitis, en trabajadores manuales y que realicen ejercicios repetitivos y en usuarios de móvil. El paciente acude a la consulta, refiriendo dolor sobre la base del pulgar y en la muñeca. Aumenta el dolor a la extensión y separación forzada del pulgar. Puede existir deformidad o tumefacción, sobre la zona lateral de la muñeca. La posición flexionada del pulgar a la hora de teclear hace que se provoque el roce de los tendones del dedo gordo y la vaina que los envuelve. Otra tendinitis típica de este síndrome es el dedo en resorte, que es un bloqueo de los tendones flexores a nivel de la polea que es el túnel por debajo de la cual, pasan los tendones que cierra el puño. El paciente acude a la consulta refiriendo dolor a nivel de la palma de la mano sobre el pliegue palmar distal. Se puede palpar un nódulo en dicha localización con o sin dedo bloqueado que se queda como “pillado” sin poder estirarlo ni doblarlo. En las fases iniciales únicamente el paciente refiere dolor, posteriormente aparece un nódulo en la palma de la mano con bloqueo a la movilización pasiva y después con la activa. El tratamiento inicial consiste en reposo de la mano durante unos dais así como aplicar frío local y tomar antiinflamatorios. Una férula para dormir puede ayudar al mantener la mano en una posición neutra dando reposo a los tendones. De esta manera, el líquido que se ha almacenado entre la vaina y el tendón, mejorando mucho la sintomatología. Si no ceden las molestias, la posibilidad de la cirugía cobra fuerza. Se puede abrir la vaina que envuelve dichos tendones. Lógicamente, es la última opción.
3.-Nomofobia
Es la ansiedad o miedo que provoca el olvidar el móvil en algún lugar y no poder usarlo. Nos crea desasosiego la posibilidad de no poder recibir mensajes y estar desconectados del mundo exterior (amigos o trabajo). La ansiedad desaparece en el momento que recuperamos el terminal. El caso extremo es tener el móvil encima las 24 horas del día, disminuyendo el número de horas de sueño o perjudicando el rendimiento escolar o laboral, perdiendo la concentración cada vez que vibra o se ilumina la pantalla del teléfono.
4.-Aislamiento voluntario o Phubbing
Consiste en ignorar al resto de personas que nos rodean en una reunión o cena, al estar continuamente centrado en el teléfono consultando mensajes o actualizando el estado en Facebook. Se presta más atención al terminal que a interactuar con las personas que nos rodean. Esto nos conducirá a nuestro propio aislamiento.
5.-Móvil fantasma
Consiste en notar que el móvil ha vibrado en nuestro bolsillo cuando esto no ha ocurrido o haber tenido la sensación de escuchar el tono de la aplicación, no habiéndose producido.