- El ejercicio físico regular “coloca”, ya que la sensación en el cerebro y el cuerpo son tan potentes como las «drogas de verdad».
- Los efectos son positivos a nivel físico y mental con la secreción de serotonina y dopamina, claves para combatir la depresión.
¡Qué mala es esta enfermedad!
Ojalá me doliera algo y así pudiera demostrarles lo enferma que estoy, y eso que no tengo ningún motivo para tenerla…Esas son palabras que las puede decir cualquier persona que padece depresión.
En este caso son palabras dichas por mi propia madre, una mujer que siempre ha tenido altibajos a lo largo de su vida por culpa de la depresión, y que ha sido sobrellevada con medicación tanto para la depresión en sí como para los trastornos colaterales como es el insomnio.
Y es que la depresión es más frecuente de lo que creemos. Una de cada cinco mujeres y uno de cada diez hombres padecerán depresión en algún momento de su vida.
El sufrirla es un poco tabú en nuestra sociedad del postureo. Sin embargo, cada vez es más frecuente, sobre todo entre los más jóvenes. Las redes sociales, una sociedad vacía y poca comunicación familiar pueden ser los desencadenantes, sobre todo si la persona está predispuesta genéticamente
¿Por qué pasa aunque lo tengas todo?
Las causas de la depresión son variadas: las relacionadas con sucesos o acontecimientos adversos o dolorosos como un problema de salud, laboral o familiar, o simplemente que te toca.
Algunos expertos afirman que igual que se lesiona una rodilla, el cerebro también puede enfermar, sin tener motivos externos. Una falta de sustancias esenciales para el cerebro como la serotonina, puede desembocar en una depresión.
Los síntomas de una persona deprimida en ocasiones se pueden confundir con ansiedad, pero básicamente son cansancio, apatía para hacer las cosas cotidianas llegando en casos extremos a no asearse con regularidad o descuidar el aspecto personal, dificultad para conciliar el sueño.
El tratamiento suele estar encaminado a terapias farmacológicas con medicaciones que intenten suplir esa carencia de sustancias esenciales en el cerebro como es la serotonina, junto a fármacos para poder dormir.
La terapia psicológica también es una herramienta que puede ayudar a salir del bache emocional. Sin embargo, hay ya muchos estudios que sostienen que si se hiciera ejercicio de forma regular (cinco horas por semana sería suficiente), habría menos posibilidad de padecer depresión.
Y si se tiene depresión, el ejercicio cuando la situación mental lo propiciara, ayuda a mejorar la sintomatología. No hablo de ejercicio intenso, hablo simplemente de salir a caminar por ejemplo.
¿Por qué el ejercicio puede ser útil en la depresión?
El ejercicio físico regular “coloca”. Quiere decir que las sensaciones que provoca en el cerebro y en el cuerpo son tan potentes como las que generan las “drogas de verdad” pero sin el perjuicio para la salud.
Si nuestros jóvenes, en lugar de estar en un parque bebiendo alcohol o fumando marihuana hasta perder el sentido, descubrieran que pueden encontrar sensaciones y estímulos muy similares para el Sistema Nervioso Central como las que provocan las drogas o el alcohol, los parques permanecerían desiertos y los polideportivos colapsados de gente en busca de su dosis conseguida mediante el sudor, sin recurrir a camellos ni sustancias perniciosas para el cuerpo.
El ejercicio físico regular:
- Aumenta la sensación de bienestar, autoestima, entusiasmo, confianza, imagen corporal, funcionamiento intelectual
- Disminuye ansiedad, depresión, tensión, hostilidad
- Mejora el control del estrés personal y laboral. Hay cuatro neurotransmisores básicos que se relacionan con el estado de ánimo que son epinefrina, dopamina, serotonina y las conocidas endorfinas
La epinefrina, perteneciente al grupo de la adrenalina, es la encargada de la alerta. Los anglosajones le llaman la sustancia de luchar o correr (cuando es segregada, nos enfrentamos a la situación de peligro, PELEA, o bien, cuando no, es cuando decidimos HUIR). Las más importantes son la serotonina y la dopamina.
Respecto a la primera es el antídoto contra la depresión ya que nos eleva la moral y el estado de ánimo. Pero se encuentra por debajo de sus niveles normales en situaciones de estrés y ansiedad, o si nuestra dieta es rica en ácidos grasos y pobre en carbohidratos.
La dopamina es la responsable del ciclo sueño/vigilia. Sus niveles se alteran en situaciones parecidas a la serotonina, no en vano están muy relacionadas.
Serotonina y dopamina, aliadas para la salud
Cuando la serotonina aumenta en el cerebro, lo hace la dopamina.
Estos dos neurotransmisores aumentan durante el ejercicio de intensidad moderada pero relativamente prolongada como puede ser correr, bicicleta, natación o caminar. Esa actividad provocará un mejor descanso. Los depósitos de estos mediadores son repuestos durante la noche. Si ésta es de sueño escaso o insuficiente, no permite alcanzar los niveles perdidos durante el día, y encontrarnos la siguiente jornada decaídos, sin fuerzas.
Si el ejercicio es muy intenso o explosivo, el efecto es el contrario, el nivel de dopamina baja y puede que nos cueste conciliar el sueño. Este mecanismo es la respuesta a por qué los problemas se ven de una manera al empezar a correr, en mi caso, y se transforman en otros problemas mucho más fáciles de resolver, tras la ducha post entreno.
Si estamos de mejor humor, tendremos un mayor apetito sexual.
- Aumenta la capacidad de concentración
- Mejora la vida sexual, aumentando el deseo y la capacidad de mantener relaciones sexuales
- El ejercicio favorece la aparición de endorfinas que son las sustancias encargadas de la analgesia y el alivio del dolor tras un esfuerzo, y responsable de esa sensación de cansancio placentero tras un ejercicio intenso, que desencadena toda la cascada de reparación como es el descenso de la frecuencia cardíaca y respiratoria, relajación muscular y mejora del sueño
Las endorfinas son los analgésicos naturales que fluyen por nuestros capilares una vez terminamos el entreno. Nos proveen de ese “cansancio placentero”. Curiosamente, su nivel en sangre NO depende de la intensidad del ejercicio, ni siquiera del tipo de actividad, sino de la frecuencia y regularidad.
Cuanto más regulares seamos, más endorfinas segregaremos y más bienestar percibirán nuestros músculos y articulaciones. Pero hay una paradoja. Dichas endorfinas circulan por la sangre y no pueden atravesar la barrera que protege al cerebro de cualquier germen, virus o sustancia potencialmente tóxica, la barrera hematoencefálica. Esa barrera es muy difícil de atravesar.
¿Cómo entonces el cerebro padece el efecto de las endorfinas sino pueden alcanzar a las neuronas? Pues porque las mismas neuronas producen unas sustancias similares a las endorfinas, las encefalinas u opioides endógenos. Ellas sí son las responsables del efecto relajante a nivel mental tras el ejercicio.
¿Puede el estado de ánimo variar en función del ejercicio?
Rotundamente sí. Sabemos a ciencia cierta que el ejercicio tiene efectos positivos a nivel físico, y ahora también a nivel mental con la secreción de serotonina y dopamina.
A mayor regularidad y constancia, mayor estímulo de la zona prefrontal, mejor preparación de la búsqueda de la siguiente actividad motivadora, mayor nivel de serotonina y dopamina, mejor estado de ánimo, descanso más placentero. Sólo hay que encontrar la actividad deportiva que mejor se adecúe a nuestras necesidades y objetivos.