• La piel es la barrera de nuestra casa y si se quedara abierta, permitiría que los gérmenes campen a sus anchas.

 

Una intervención quirúrgica, independientemente de la especialidad, siempre termina con una sutura sobre la piel. No importa lo extenso o escaso del abordaje, la piel es la última capa, la barrera que separa el mundo exterior con nuestro organismo. Si esa barrera falla, la puerta de nuestra casa estará abierta y permitirá que los gérmenes pasen al interior con total libertad.

En una operación, hablamos por ejemplo de mi especialidad, lo primero que seccionamos es la piel. La longitud del corte depende de varios factores: tipo de operación (no es lo mismo una prótesis que una artroscopia), el tamaño del paciente (a mayor peso y volumen más le cuesta al cirujano acceder a los planos más profundos y por tanto más cicatriz tanto superficial como profunda.

Debajo de la piel se encuentra la segunda capa llamada tejido celular subcutáneo. Está formado en su mayoría por tejido graso, lleno de pequeños vasos que comunican con la piel, no en vano, la piel se nutre gracias a estos pequeños vasos.

Debajo del tejido celular subcutáneo aparecen los músculos, pero rodeados de una vaina de tejido llamada fascia. Es como si el músculo estuviera plastificado y envuelto en ese tejido. Se suele seccionar para acceder a los planos más profundos. Aquí debemos conocer muy bien la anatomía para evitar lesionar nervios o vasos importantes. La venas y arterias pequeñas que son seccionadas, se coagulan con un bisturí eléctrico. De esa manera, el campo quirúrgico permanece limpio. La sangre que se acumula es aspirada mediante un tubo de plástico conectado a una bomba de aspiración. Se llama succionador o aspirador.

LAS GRAPAS DE ACERO SON DE LO MÁS USADO POR SU RAPIDEZ Y PORQUE TIENE MENOS RIESGO DE INFECCIÓN

Debajo del músculo suelen estar las articulaciones, cuya primera capa es la cápsula articular. Es la bolsa dentro de la cual encontramos la articulación. Una vez terminada la intervención se deben reparar todas y cada una de las capas que hemos seccionado, de lo profundo a lo superficial. Los planos más profundos se suelen reparar con un tipo de sutura que se llama reabsorbible y de mayor grosor porque deben resistir más los movimientos y la fuerza del músculo y de la articulación. Suelen reabsorberse dentro del organismo en un período que ronda el año. Hay otro tipo de suturas llamadas no reabsorbibles. Se usan cuando se ha suturado un tendón, por ejemplo y queremos que duren para siempre para evitar que se vuelvan a romper.

Después se sutura el tejido celular subcutáneo con una sutura reabsorbible pero más fina, ya que es una zona que no recibe tantas cargas y al quedar cerca de la piel, una sutura gruesa estéticamente queda peor. Finalmente la piel. Las grapas de acero son de lo más usado por su rapidez y porque tiene menos riesgo de infección ya que al ser una superficie lisa, los gérmenes no tienen donde esconderse. Otra opción es la usar una sutura que se desprende una vez la herida esté cerrada. Es cómoda porque no requiere retirarlas como el caso de las grapas porque puede resultar molesto, sobre todo en el caso de los niños.

Fases de la cicatrización

  1. Hemostasia. Lo primero que ocurre al hacernos una herida es sangrar. Dependiendo de la zona donde se produzca, habrá sangrados más escandalosos y otros menos. La mano, el cuero cabelludo o la cara son zonas especialmente vascularizadas por lo que un corte relativamente profundo puede llegar a asustarnos. El organismo lo primero que hace es intentar detener la pérdida de sangre; eso se denomina hemostasia. Y lo realiza mediante el envío a la zona dañada de células llamadas plaquetas, dando comienzo a la llamada cascada de coagulación que no es sino la secreción de proteínas que generan la formación del coágulo. Si padecemos una enfermedad de naturaleza hepática, el hígado no será capaz de fabricar los llamados factores de coagulación, y este proceso será lento. Tardaremos más en coagular que otras personas. Lo mismo ocurre en aquellas que toman anticoagulantes tipo sintron, o antiagregantes plaquetarios como la aspirina infantil. En ellas una simple inyección puede ocasionar una avería. En esta fase también se produce una vasoconstricción, es decir, un espasmo en las venas y arterias de la zona dañada para que no llegue sangre; como si se cerrara una tubería.
  2. Inflamación. Ocurre a los 2-3 días de haberse producido el corte. En ella, como se ha estabilizado el sangrado, se produce el efecto contrario a la fase 1 y es la vasodilatación. Se incrementa el aporte vascular, se vuelve a abrir la tubería para que llegue una mayor cantidad de sangre a la vez que llegan dos tipos de células: los macrófagos y los fibroblastos. Los macrófagos son como camiones de basura encargados de eliminar todos los restos del tejido dañado (células muertas, bacterias de la piel que han entrado en la herida o con el cuchillo). Los fibroblastos son aquellas células encargadas de comenzar la formación de la cicatriz, de poner ladrillos para restituir lo dañado. Al contar con mayor cantidad de sangre, la zona del corte suele estar enrojecida y caliente, no significando necesariamente que haya infección pero sí que hay un proceso reparador en marcha.
  3. Proliferativa. Los fibroblastos llegan en masa con objeto de ir cerrando la herida, tanto las capas superficiales como las más profundas, incluidas las musculares. Además, se intentar restituir los vasos sanguíneos que se dañaron en el corte, los nervios de la piel y tejidos profundos. Esta fase puede durar un par de semanas. Los tejidos empiezan a tener resistencia aunque aún se encuentran lejos del 100% que tardará algunas semanas más. El aspecto de la cicatriz es sonrosado.
  4. Madurativa. Es la última etapa y puede comenzar tras la tercera semana de cicatrización hasta un año. La cicatriz se encuentra en continua evolución. La cicatriz pierde el color rosado y adquiere un matiz similar a la piel que la rodea. La resistencia de los tejidos es similar a que tenía antes del corte.

Si tuvimos suerte y la herida fue suturada correctamente, o los bordes de la misma no estaban suficientemente separados como para que precisen sutura, la cicatrización se llama por primera intención. Es lo más deseado para que el resultado se óptimo. Si en cambio, el corte es feo e irregular como ocurre en una mordedura o han transcurrido varios días hasta que se valora la herida, no se suele suturar y el proceso de cicatrización se denomina por segunda intención. Los tejidos sanan de la parte más profunda de la herida hasta la parte más superficial, tardando más tiempo en que el cierre se produzca y lógicamente, el aspecto de la cicatriz será completamente diferente, estéticamente más deforme.

Hay ocasiones donde se produce una cicatrización excesiva, que puede ser a nivel superficial o en los planos más profundos. Cuando lo es a nivel de dermis y epidermis se llaman queloides. Son cicatrices voluminosas, antiestéticas e hipertróficas incluso ante heridas relativamente banales. Para ello hay una predisposición individual y se producen sobre todo en el torso y los brazos. Cuando es a nivel profundo puede provocar una fibrosis que es la formación de tejido cicatricial sin control dentro de una articulación tras una intervención o tras una cirugía abdominal. En las articulaciones lo que va a provocar es una pérdida de movilidad impidiendo que se doble la rodilla o estire un codo. A nivel digestivo esas adherencias pueden provocar obstrucciones intestinales, es decir, como si la cicatriz estrangulara el intestino y éste se paralizara, lo que provoca un cuadro de suma gravedad. En ambos casos suele ser necesaria la intervención para extirpar todo ese tejido aberrante pero se corre el riesgo que se vuelva a formar.