El otro día, un amigo colgó en su muro de Facebook una reflexión sobre la Navidad que es lo que me ha llevado a escribir estas líneas. Decía que la Navidad es una fiesta maravillosa, se dan regalos, se reúne la familia, paz, amor, año nuevo…, pero también nos ponemos morados comiendo, nos pasamos por el forro la dieta y el ejercicio, salir en Nochevieja y sentirte como un boquerón enlatado, resacas como las de Charlie Sheen y quedarse sin un céntimo hasta Marzo. Es una reflexión bastante dramática pero con algo de sentido en algunas partes.
La Navidad es la época del año en la que más excesos comentemos. Comidas de empresa, cenas familiares, dulces a granel y, en general, mal tiempo que no invita para nada a hacer ejercicio. En invierno, anochece muy pronto y con los horarios laborales tan ajustados, es difícil encontrar el momento propicio para hacer deporte. El frío, la oscuridad y la pereza son nuestros mayores enemigos. Cualquier objetivo es válido, tanto si queremos perder peso como si el la idea es estar cómodos con nosotros mismo. Todo vale para sentirse mejor.