- Algunos estudios aseguran que el chocolate reduce los niveles de ansiedad y depresión
- El chocolate mañanero supone una importante fuente de energía para no picar
Reconozco que me apasiona el chocolate. En casa todos somos muy chocolateros. Que si tartas de chocolate, helados o galletas de chocolate, no todos los días, pero es nuestro sabor favorito.
No sabíamos el motivo por el que la gente se engancha al chocolate, pero parece ser que ya se sabe. Realmente es casi una droga. El chocolate, entre otros alimentos, es capaz de activar un complicado sistema cerebral llamado de recompensa, es decir, cuando lo ingerimos inmediatamente se libera en nuestro cerebro una sustancia, dopamina, que va asociada a una inmediata sensación de placer. Eso hace que en situaciones en las que estamos tristes o deprimidos, a nadie le da por comerse una lechuga o un brócoli; directamente nos vamos a lo dulce: chocolate, helados o dulces
Quizás debido a la evolución, lo dulce es lo que nuestro cerebro asocia con algo que seguro nos va a gustar y recompensar, más que lo salado o lo amargo. De hecho, el chocolate activa en nuestro cerebro zonas que se activan en aquellas personas que consumen drogas habitualmente y que nos lleva a seguir tomando chocolate o dulces. Este comportamiento puede estar relacionado o exacerbado en personas que padecen obesidad.
Unos sesudos científicos de la Universidad de Leeds , en Inglaterra,parece que tienen la clave, según un estudio publicado recientemente. La clave para que el chocolate sea una dulce irresistible no se debe a su color, olor o textura. Al parecer, el chocolate nos hipnotiza debido al efecto que los ácidos grados provocan en las papilas gustativas de la boca cuando se derrite. Ese efecto hace que se estimule la zona de recompensa del cerebro y nos genere una sensación de placer que nos invita a seguir comiendo.
Cuando comemos, una zona del cerebro llamada hipotálamo y que se encuentra en directa comunicación con nuestro sistema digestivo, en la encargada de enviar al cerebro la orden de parar de comer.
Sin embargo, estas comidas que activan al sistema de recompensa del cerebro son capaces de engañar al hipotálamo, generando una respuesta de deseo a pesar de haber comido de más. Es cuando decimos «tengo un poco de sitio para el postre» porque sabemos que esa tarta de chocolate o ese helado nos va a causar una sensación de placer cerebral. Se liberará de manera inmediata dopamina, provocando un subidón que hace que cerremos los ojos al degustar esa cucharada que nos transporta al cielo del sabor.
¿Son iguales todos los chocolates?
No lo son. El chocolate más saludable es el chocolate negro. Expertos refieren que tiene un mayor número de ventajas respecto a otros:
– El chocolate más saludable debe tener en su contenido un 70% de cacao respecto a los chocolates con leche más tradicionales.
– El negro es el que más contenido en flavonoides, que es un conocido antioxidante y reduce el daño celular por el día a día.
-Debemos evitar el chocolate blanco, que es que tiene más contenido en grasas y azúcares de todos.
Algunos estudios afirman que el chocolate negro reduce los niveles de ansiedad y depresión, reducen también el riesgo de sufrir hipertensión o un ataque al corazón e incluso al ser antioxidante. También puede ayudar a la hora de reducir la posibilidad de sufrir un cáncer.
Estos estudios no son muy fiables; el único fiable realmente es uno que afirma que el chocolate negro es bueno para reducir los niveles de triglicéridos en sangre, pero no mucho más. Esto sí es más fácil de creer. El chocolate negro se puede considerar más puro que los demás, sobre todo, porque el resto es un añadido de azúcar, cremas y ácidos grasos que provocan el importante nivel calórico que tiene el chocolate tradicional que comemos diariamente.
Además, estos científicos ingleses postularon cuál debe ser el chocolate saludable del futuro: si, como hemos visto, el efecto adictivo y sabroso del chocolate se encuentra en las grasas más externas de la onza de chocolate que entran en contacto con las papilas gustativas, se puede reducir el contenido de grasas de la parte más profunda de la onza, dejando únicamente las de la zona más periférica o externa, que es la que contacta con las papilas gustativas; las grasas interiores no lo hacen con tanta intensidad, por lo que son prescindibles.
Eso hace que se mantenga el efecto hipnótico del chocolate en nuestra boca, reduciendo el contenido de grasas y azúcares de la parte más interior de la porción, por lo que el chocolate será mucho más saludable que el que tenemos ahora.
No obstante, los expertos reconocen que el chocolate es un alimento realmente calórico y debe ser consumido de forma responsable. Una porción al día puede ser suficiente teniendo en cuenta las características de cada persona.
El mejor momento del día para consumirlo es la mañana, con el desayuno, momento en el que nuestro organismo está preparado para absorber todo lo que comamos y al estar activado el cortisol (hormona del estrés), es más fácil de metabolizar. El chocolate mañanero supone una importante fuente de energía que evitará el hambre prematuro y la necesidad de picar entre horas.
El chocolate ocasionalmente es un alimento extraordinario al que es difícil resistirse. Quién no es capaz de darle un pellizco a una tableta medio empezada que nos encontramos por casualidad al abrir un cajón… Yo diría que nadie o casi nadie. Pon chocolate en tu vida, pero de forma moderada, como en todo.