• En España se colocan al año alrededor de 45.000 de rodilla y 35.000 de cadera; la intervención consiste en resecar el cartílago y hueso destruido por la artrosis.

Esa fue la pregunta de una paciente que intervine esta semana de una rodilla maltrecha. La prótesis le había durado alrededor de 14 años, pero desde hacía unos cuantos meses, notaba un dolor y una sensación de fallo muy acusada. No podía apenas caminar y los analgésicos eran los únicos que le permitían conciliar el sueño.

La radiografía era tan clara como su clínica, pero para otros traumatólogos, sus 82 años cumplidos no le hacían una candidata ideal para su recambio, pero para mi sí que lo era. No se trata de edad, se trata de calidad de vida, de sopesar riesgos y beneficios y de optar por la mejor solución. Una vez en la cirugía, pudimos apreciar como el componente de metal de la tibia, lo que diríamos que es el suelo de la rodilla, estaba partido.

Esa rotura de material generó una corriente inagotable de partículas metálicas que se fueron acumulando dentro de la articulación, generando aún más dolor e inflamación.

El organismo las considera un “cuerpo extraño” e intenta neutralizarlas, pero son demasiado grandes para que las células macrófagos (los basureros del organismo) puedan digerirlas. Así que se quedan dentro de la rodilla, provocando que el resto de piezas de la prótesis se afloje, se despegue del hueso y el dolor se incremente.

¿Qué es una prótesis?

En España se colocan al año alrededor de 45.000 prótesis de rodilla y unas 35.000 de cadera. Esta intervención consiste en resecar el cartílago y el hueso destruido por la artrosis y sustituirlo por un implante que haga las funciones de la rodilla y SIN DOLOR.

El reemplazo de la rodilla debe ser realizado conservando, en lo posible, la mayor parte de las estructuras de la articulación original. En el caso de cadera, se extirpa la cabeza del fémur y se coloca otra de metal o cerámica, acoplada a un vástago que se inserta dentro del fémur, y una pieza con forma de concha que se llama acetábulo contra la que hace movilidad.

¿Por qué un paciente necesita una prótesis de rodilla o cadera?

Probablemente debido a la mala calidad de vida. El dolor le obliga a tomar analgésicos a diario, que además no consiguen que un alivio pleno del mismo. Debido a esta limitación en sus rodillas, se encuentre muy impedido para hacer las actividades de la vida diaria. En ocasiones, el dolor le despierta por la noche.

En resumen, no puede realizar una actividad física plena, y porque la intensidad del dolor NO se atenúa con medicación.

¿Quién tiene la edad indicada para una prótesis?

Realmente no hay una edad límite; nunca un paciente es demasiado joven ni demasiado viejo. De lo que se trata es del alivio del dolor y de la recuperación de la función de la rodilla. Puede haber pacientes menores de 50 años con una gran limitación y otros por encima de los 80 con el mismo problema.

¿En qué consiste la intervención?

Se realiza una incisión en la parte anterior de la rodilla que puede variar entre los 10-15 cm.

Se trata de resecar el cartílago de la rodilla que se encuentra destruido, e implantar una prótesis que consta de 4 partes: un escudo para el fémur, una pieza con forma de platillo para la tibia, otra con forma de botón para la rótula y un polietileno a modo de meniscos para hacer que la articulación entre las piezas de la prótesis funcione y no haya problemas de congruencia.

Se suele realizar con anestesia raquídea, es decir, de cintura para abajo que es más segura y con menor índice de complicaciones que la anestesia general.

Las piezas se colocan golpeándolas vigorosamente ya que deben encajar a la perfección. Esa maniobra es un poco sorprendente para el que la contempla por primera vez, ya que parece que estás cambiando la pieza de un motor que se ha atascado en lugar de colocar un implante en la articulación de alguien.

Al finalizar la intervención se puede colocar un drenaje recuperador. Es un depósito que recoge la sangre que proviene de la articulación para evitar que se acumule dentro de la rodilla. Dicha sangre se puede reinfundir al paciente dentro de las 6 primeras horas, una vez ha pasado una serie de filtros para eliminar células muertas y partículas de desecho.

De esta manera, se puede evitar la transfusión de sangre de donante, ya que no es infrecuente que aparezca anemia tras la cirugía debido al sangrado proveniente del hueso y de las partes blandas como la musculatura y la grasa subcutánea.

En el caso de la cadera, lo que se sustituye es la cabeza del fémur por una esfera de metal o de cerámica y, además, se coloca una cúpula para que articule la pierna con la pelvis que se llama cotilo y permita tener movilidad.

Las piezas fijas tanto de cadera como de rodilla son de titanio con un recubrimiento poroso que hace que queden integradas dentro del hueso en el espacio de semanas. Esa película es similar a una lija y las células se fijan ahí haciendo que el implante quede fijo de forma permanente.

¿Por qué se gasta una prótesis?

La supervivencia varía en función de varios parámetros:

-De los materiales a usar, sobre todo del polietileno que es esa almohadilla que separa el componente femoral del tibial. Hay diferentes grosores y tipos.

El más usado el polimetilmetacrilato. En función de su densidad y debido a la fricción, se desprenden una serie de partículas que se acumulan alrededor de los componentes femorales y tibiales.

Con el paso del tiempo se formarán quistes rellenos de esas partículas que despegarán las piezas, provocando el aflojamiento de las mismas y la aparición de dolor, conllevando la necesidad de recambiarla.

-La posición de los componentes: si se colocan mal alineados, el desgaste no será homogéneo en todas las partes y la prótesis serán dolorosas.

En el caso de la cadera, con una biomecánica más agradecida, la duración del implante puede superar con facilidad los 25 años, sobre todo cuando se usan componentes de cerámica que minimizan la fricción. La rodilla en cambio, dura menos, pudiendo superar con facilidad los 10 años y, dependiendo del paciente y las circunstancias, acercarse a los 15 o 20 años.

Cuando los componentes se han despegado del hueso y provocan dolor o inflamación, se opta por la retirada de esos componentes y se sustituyen por otros, llamados de revisión.

Suelen ser más grandes para poder rellenar el defecto de hueso que se ha perdido con el paso de los años, además de proveer de la estabilidad necesaria. Es frecuente que los ligamentos no estabilicen lo que deben por lo que debe ser el implante el que haga también de ligamento.

COMPLICACIONES

Básicamente son dos, la infección y la trombosis de las piernas.

La posibilidad de infección dentro del quirófano o en los días posteriores de la operación, depende de cada hospital, pero suele ser entre el 2 y el 4% de las intervenciones de prótesis de rodilla. Para evitar la infección, antes, durante y después de la operación se pauta tratamiento antibiótico intravenoso.

En el caso de la trombosis de las piernas, la posibilidad de desarrollarla en los 3 primeros meses tras la intervención es del 1-3%. Afortunadamente, hay fármacos que previenen la aparición de esta complicación, como es el caso de las heparinas que se pinchan alrededor del ombligo, cada día durante un mes.

Más recientemente se han desarrollado fármacos que se toman vía oral con el mismo efecto que las heparinas, para la prevención de las trombosis secundarias a la colocación de una prótesis de rodilla y la ventaja de no precisar un nuevo pinchazo cada día.

Cualquiera de los dos tipos de medicación deberá ser administrada durante el primer mes tras la intervención.