–Esta técnica consiste en no ingerir nada durante un período de tiempo concreto hasta volver a comer de forma regular.
Yo practico el ayuno intermitente.
He leído sobre ello y me parece una práctica saludable. Enseñar a que las células de mi cuerpo se busquen la vida para obtener energía las hace más fuertes para afrontar el día a día. Además, rindo más y mejor en el deporte. Ayunar es una práctica ancestral que recientemente se ha puesto de moda.
¿Ayuno intermitente para perder grasa?
El ayuno intermitente consiste en no comer nada durante un período de tiempo concreto hasta volver a comer de forma regular. Hay diferentes modalidades de ayunar de forma intermitente. La más habitual y conocida sigue la fórmula 12:12, es decir, cenar a las 20:00 y no tomar ningún alimento hasta las 8:00.
Contamos con la ventaja de la noche que se convierte en nuestro aliado al permanecer durmiendo prácticamente todo el ayuno. Sí podríamos beber agua o infusiones sin azúcar por supuesto
De esta manera, nuestro organismo comienza a usar los depósitos de glucógeno en el hígado y el músculo. No olvidemos que el glucógeno es cómo se almacenan los carbohidratos, pero estos se agotan por lo que serán las grasas las que usaremos como combustible.
Yo mismo hago este ayuno intermitente, incluso salgo a correr o con la bici sin haber desayunado y al acabar es cuando desayuno con normalidad. No siento ningún tipo de cansancio, dolor de cabeza o náuseas que serían síntomas de tener los niveles de azúcar en sangre bajos.
Otro ayuno es 16:8, es decir, cenar y no tomar nada de alimento hasta mediodía siguiente. Otras personas hacen ayunos más prolongados, incluso de 24 horas completas que suelen coincidir con el día de descanso, el domingo.
Durante todo el día se pueden beber infusiones sobre todo té. Los defensores del ayuno lo consideran como una manera de eliminar toxinas, igual que el que va a la sauna. Es un hábito depurativo y de limpieza de todo lo ingerido durante la semana
Los más extremos consisten en ayunar de forma completa dos días a la semana, lógicamente no consecutivos, por ejemplo, un lunes y un jueves. Un hombre adulto puede perder unas 600 calorías por días y una mujer alrededor de 500.
En 12 semanas pueden perder unos 5 kilos. Pero, cuidado, hay que tener una supervisión y un control médico completo.
Pero estos ayunos no son para todo el mundo. Está formalmente contraindicado en personas con problemas de diabetes, sobre todo, por la posibilidad de sufrir crisis de hipoglucemia.
Tampoco se puede realizar de un día para otro. Lo ideal es ir alargando el ayuno durante semanas y valorar cómo nos sienta. Además de funcionar como un tratamiento depurativo, el ayuno intermitente se usa para quemar grasa y, de esa manera, perder peso.
Cada vez hay más personas que realizan ayuno de alguna manera, incluso en deportistas, los que más, los culturistas a los que la palabra “depósitos de grasa” no les gusta nada. Aún queda mucho por investigar en este campo sobre todo en los deportistas profesionales.
No hay evidencias por el momento de que el ayuno intermitente provoque un mayor rendimiento deportivo, sobre todo en corredores.
¿En qué se basa el ayuno intermitente?
Se basa en un concepto que está muy de moda últimamente en lo que cómo funciona nuestro organismo, y su nombre técnico es autofagia. Desde el 2016 y gracias al biólogo japonés Yoshinori Ohsumi se ha empleado este nuevo concepto hasta ahora desconocido.
Literalmente significa que uno se come a sí mismo y este biólogo lo acuña en el terreno celular. Es un mecanismo de defensa por el que las células se comen las partes dañadas o viejas de ellas mismas, restos de bacterias o virus invasores, los residuos biológicos que se genera y que si no son eliminados o retirados pueden provocar problemas serios.
El responsable de esa función es el lisosoma, que actúa como si fuera una planta de reciclaje. Todas esas moléculas dañadas se transforman en proteínas que serán usadas para fabricar nuevos componentes en las células.
También se activa la autofagia si hay una situación de ayuno o de necesidad de energía como ocurre cuando se entrena en ayunas. Es otra de las razones por las que entrenar en vacío es interesante. Ohsumi recibió el Premio Nobel por su investigación.
Entre otros beneficios, a nivel experimental se ha observado que la autofagia provoca un aumento en la esperanza de vida, así como estar más en forma y la investigación se centra en enfermedades como el Alzheimer o Parkinson donde hay unas proteínas anómalas que se depositan en las células y son responsables de la enfermedad, y se busca la manera de que las propias células se las coman
La autofagia hace que nuestras células sean organismos eficientes, máquinas que se deshacen de las piezas defectuosas, deteniendo los procesos cancerígenos entre otras cosas, incrementando la longevidad de las células. Es un control de calidad de los orgánulos que hay en nuestras células, desechando los defectuosos. Correr y autofagia son dos situaciones complementarias.
El ejercicio incrementa el aporte vascular a los músculos buscando reparar las células musculares dañadas o débiles, creando tejidos nuevos y sanos.
Cuanto más intenso sea el ejercicio, más se incrementa la autofagia, eliminando esos restos de células dañadas e incrementando la vida celular, manteniéndolas jóvenes y sanas.
Ya lo decía Hipócrates casi 500 años antes de Cristo: “Si alimentamos a una persona enferma, alimentamos la enfermedad. Si el enfermo ayuna la enfermedad se va”.
Algunas empresas farmacéuticas venden productos que dicen estimular promover la autofagia, pero por ahora no son necesarios ya que este proceso es natural y todos tenemos la posibilidad de usarlo; es cuestión de adaptar a nuestras células. Pero hay también algún aspecto oscuro por investigar en cuanto a la autofagia, sobre todo en lo que a células cancerígenas se refiere.
El propio organismo tiene su mecanismo de seguridad celular. Si una célula detecta alguna anomalía en su funcionamiento directamente se suicida, muere.
De esta manera, se evitan problemas de crecimiento anómalo e incontrolado que puedan derivar en un proceso oncológico. Si la célula anómala se repara a sí misma, prácticamente se hace inmortal, con un crecimiento anómalo y descontrolado con fatales consecuencias. Mucho nos queda por conocer de la autofagia.
No deja de ser impresionante de lo que es capaz el cuerpo humano.