- Es un placer ese rato de sofá, piernas en alto, la tele bajita y la cabeza que se cae al lado cuando el sueño es profundo, con la peli alemana de las 15:30 de fondo.
Es uno de los mayores pequeños placeres que tenemos. Ese ratillo en el que el cerebro se desconecta de la realidad y cierra durante un rato. No tiene por qué ser muy prolongado, basta con estar viendo los leones persiguiendo antílopes en el documental de turno, la peli alemana de las 15:30 o el Tour de Francia en una etapa llana. Ese rato de sofá, piernas en alto, la tele bajita y la cabeza que se cae hacia el lado cuando el sueño es profundo. Es mi ratillo de siesta de fin de semana. El proceso no conlleva más de 15-20 minutos, pero más que suficientes para que el cerebro y el resto del cuerpo coja fuerzas para terminar el día.
Otras personas, en cambio, son más de dormir en la cama, con todo cerrado y oscuro. Reconozco que las veces que lo he hecho, la siesta no ha bajado de hora y media. La sensación es muy distinta a la anterior; la cabeza un poco más abotargada y luego me cuesta dormir por la noche
La siesta es una manera de recuperar del cansancio de la mañana, sobre todo, para aquellas personas que madrugan mucho, con una jornada laboral cargada o si se ha realizado ejercicio físico intenso. Es una de las costumbres más arraigadas en nuestro país y cada se está exportando al resto del mundo, ya que tiene muchas ventajas.
Beneficios de la siesta
– Reduce la tensión arterial: ese descenso de alerta y conciliación del sueño después de comer, conlleva a la reducción de una hormona que se relaciona directamente con el estrés y la ansiedad. Es el cortisol. Cuando nos despertamos al amanecer, el cortisol se dispara para poder iniciar el día, activados. Pero si nuestro día es estresante, los niveles de cortisol no descienden, por lo que la tensión arterial se mantiene elevada, como la frecuencia cardíaca, lo cual no es nada saludable. La siesta supone una pausa en el día y el cortisol desciende para que podamos dormir y descansar. De esta manera, la tensión arterial también lo hace.
– Prevención de problemas coronarios: por lo comentado anteriormente y al reducir los niveles de cortisol, el metabolismo de las grasas y del azúcar se activan de forma importante lo cual es beneficioso para reducir niveles de glucosa y colesterol en sangre
– Estado de ánimo, positividad, creatividad: lógicamente si descansamos el cuerpo, también lo hace la mente. El problema o la situación que no se podía resolver o que no veíamos la solución, quizás sí la tenga después de consultarlo con la almohada o el sillón.Pero no es oro todo lo que reluce y según un reciente artículo publicado por la Revista de la Asociación Americana del corazón, el dormir siesta tiene sus riesgos.
Riesgos de la siesta
Es curioso, pero este estudio concluye todo lo contrario que lo hemos comentado un poco más arriba. De hecho, la conclusión del estudio es bastante llamativa: «Los que duermen siesta de forma frecuente tienen más riesgo de sufrir hipetensión y un accidente vascular cerebral que los que no duermen». Los menores de 60 años tienen un 20% más de sufrir hipertensión y un 10% de sufrir un ictus que aquellos que nunca duermen una siesta. En los pacientes que tienen más de 60 años, las cifras bajan ligeramente y sólo se incrementa el riesgo de ser hipertenso si duermes la siesta en un 10%Es increíble como, aparentemente, dos artículos que miden lo mismo son diametralmente opuestos en sus conclusiones. Este último estudio ha analizado los datos de 5.000 residentes en el Reino Unido entre 2006 y 2019.
¿Cómo es posible esto si antes hemos hablado de unos beneficios y la explicación de los mismos?La respuesta está en la elección de la muestra para analizar. De esos 5000 pacientes analizados, se han visto que no solamente es la siesta la que puede tener relación con la subida de tensión, sino otra serie de características que hacen que el estudio tenga lo que en estadística se conoce como sesgo. Sesgo es un error en el que no se contemplan una serie de cuestiones que hacen que las conclusiones de un estudio no sean realmente verdad.
En el caso del estudio en cuestión, los pacientes que dormían siesta de manera regular, además poseían otras características: eran fumadores, bebían alcohol regularmente en cantidades importantes y padecían de insomnio. Sólo con esas cuestiones es suficiente como darse cuenta que la siesta no es el único factor de riesgo a la hora de sufrir hipertensión arterial o un ictus, sino que las otras adicciones junto con el insomnio juegan un papel determinante a la hora de sufrir hipertensión.
Si no descansas por la noche, es muy posible que necesites descansar en algún momento del día, pero claro, la siesta no es la variable directa que te lleva a la hipetensión, sino más bien lo contrario. En este caso, el insomnio es la clave.
Otro aspecto negativo del estudio es que no cuantifica la duración de la siesta, ni en número de veces a la semana ni en duración de la misma. No es igual dormir unos minutos que hacerlo durante horas, algo que sí que puede tener relación con algunos factores de riesgo como obesidad por incremento de peso, colesterol o diabetes. Lo mismo ocurre con la edad de las personas incluidas. Son todas de mediana edad y mayores de 60 años, luego tampoco se pueden extrapolar a toda la población las conclusiones.
En resumen, sigo pensando que la siesta es una costumbre saludable, con incontables ventajas para los practicantes habituales. Queda por ver cuál es el límite en cuanto a su duración que sitúa el límite de lo saludable y lo perjudicial.