- Muchos pacientes refieren cada día que vivir con un dolor severo no controlado no es vivir, es morir: para estar así prefiero morirme
- Se deben destinar más recursos en la investigación y tratamiento de dolores con los que todavía tenemos perdida la batalla.
Cada vez es menos infrecuente que haya un tiroteo en Estados Unidos con decenas de muertos. Colegios, supermercados, iglesias u hospitales. Nada ni nadie se libra. Los motivos son de distinta índole: raciales, mentales o simplemente pura maldad que también existe.
Todos son igual de lamentables, sin embargo, me ha llamado la atención el último de ellos, ocurrido en la América más profunda, Oklahoma, donde un hombre de mediana edad entra con un rifle automático en un hospital y mata a dos médicos y a dos personas de administración. Posteriormente, él mismo se quita la vida.
Meses antes, el asesino había sido operado de la columna el 19 de mayo de 2022 por uno de los médicos a los que mató. El resultado no fue satisfactorio y el dolor continuaba. En varias ocasiones contactó con su cirujano que constató que todo transcurría según lo previsto, pero el dolor ganó la batalla y nubló la mente del paciente/asesino.
El atacante, al que identificaron como Michael Louis y a quien la policía encontró muerto, disparó y mató al Dr. Preston Phillips (el cirujano que le intervino), la Dra. Stephanie Husen, Amanda Glenn y William Love en un edificio en el campus del Hospital Saint Francis en Tulsa, ciudad del estado de Oklahoma.
¿Qué puede pasar por la cabeza de una persona para pensar y matar a otras por el dolor que no ha encontrado una respuesta? Nada justifica semejante desenlace, pero el dolor es un síntoma que nadie quiere y que puede tener consecuencias desastrosas para el que lo sufre y para los que lo rodean.
¿Todos los dolores son iguales?
Definitivamente no. Para este artículo quise contar con la Dra. Ana Navajas, es mi anestesista que ha trabajado en la Unidad del Dolor de Torrecárdenas, aliviando a pacientes que acuden con el dolor que los cirujanos no somos capaces de solucionar. Es toda una experta y una profesional de primera categoría.
Hay dos tipos de dolor, en lo que duración del mismo: el dolor agudo y el crónico. El primero es de reciente aparición y que se produce como respuesta normal del cuerpo a una agresión física (traumatismo) o química. Es autolimitado hasta que el proceso de reparación o cicatrización se completa, días o semanas. El crónico es el que no se cura y acompaña al paciente durante meses o años con diferentes tipos de intensidades.
Según la Dra. Navajas, el dolor agudo más insoportable que se puede presentar es el cólico nefrítico. Es un dolor de intensidad máxima que el que lo ha padecido no suele olvidarlo. Pero a su favor tiene que es de duración no muy larga y que responde bien al tratamiento analgésico o al tratamiento quirúrgico si hay que colocar un catéter renal para que la piedra salga.
Otro dolor que yo incluiría aquí es el dolor de una fractura o una luxación. El hueso duele y mucho. Recuerdo cuando me fracturé una costilla hace un par de años por un accidente de bicicleta. No puedes moverte, ni respirar normalmente. Un estornudo era como si alguien te clavara un cuchillo y vestirte es una proeza.
El dolor crónico es otro asunto muy diferente. El peor dolor para tratar es el dolor neuropático. Es el que se produce con el nervio como protagonista. Puede ser un dolor donde el nervio está enfermo y provoca un dolor incontrolable como el que provoca la neuralgia del trigémino en la cara; o puede ser asociado a un problema mecánico como el que surge a raíz de una hernia discal. Según la Dra. Navajas, estos dolores son difíciles de tratar a la vez que muy incapacitantes y desesperantes porque el dolor está presente, hagas lo que hagas. A diferencia de mi costilla que cuando cogía la postura podía dormir, el dolor neuropático no varía, hagas lo que hagas. Cuando llega a impedir el descanso se convierte en insoportable.
¿El dolor puede llegar a matar?
La idea del suicidio en un dolor no controlado está a la orden del día. Vivir con un dolor severo no controlado es no vivir, es morir. Muchos pacientes lo refieren cada día: para estar así prefiero morirme. Según la Dra. Navajas, se debe prestar más atención y destinar más recursos para aliviar el dolor. La Organización Mundial de la Salud habla, en caso del dolor agudo, de tenerlo como una constante a analizar en todo paciente que acude a un hospital, junto a otros valores ya vigilados como es la tensión arterial, frecuencia cardíaca, saturación de oxígeno y temperatura.
Coincido con la Dra. Navajas en que el dolor está infratratado e infradiagnosticado. Se deben destinar más recursos en la investigación y tratamiento de dolores con lo que todavía tenemos perdida la batalla: neuralgia del pudendo, del trigémino, dolor de naturaleza oncológica, de miembro fantasma.
El caso del paciente desesperado que le quitó la vida a su cirujano es llamativo. Probablemente en otros países se habría quitado la suya al no tener acceso tan fácil a un arma de fuego, pero ya se sabe lo que ocurre en Estados Unidos con las armas, pero esa es otra historia.
He tenido pacientes que han llegado a hacerse adictos a los opiodes, la marihuana o ansiolíticos buscando en esas drogas el refugio que les cobije frente al dolor, al menos por un rato. Es fundamental darle la importancia real que tiene el dolor para la calidad de vida de los pacientes. Es una pregunta que yo hago sistemáticamente a todo el que se siente frente a mi: ¿Cómo le afecta el dolor en su día a día? ¿El dolor le despierta? ¿Cuánto dolor percibe del 1 al 10?
El dolor está presente en nuestro día a día pero debemos realizar un esfuerzo importante en todos los casos, pero sobre todo en aquellos en los que el paciente ha llegado al límite de la paciencia y busca una salida dramática al problema.