- El peso de la carga de los costaleros no suele soportar la vértebra C7 (el morrillo), sino que se distribuye haciendo que estructuras como los discos intervertebrales o las carillas articulares sufran un gran estrés
- Las consultas de los fisioterapeutas estarán colapsadas la semana que viene por todos aquellos que han cargado los pasos estos días.
Ya se acaba otro año más la Semana Santa, una época de alegría pero también de tristeza entre los que somos creyentes, pero lo que nadie duda es el colorido tan increíble que adoptan nuestras plazas, avenidas y calles para ver pasar las imágenes que se encuentran recluidas en sus respectivos templos todo el año.
Han sido dos años en los que las imágenes de los pasos, los cortejos y las bandas no habían podido realizar las estaciones de penitencia de estas fechas debido a la dichosa pandemia, que todo lo revolucionó.
Este año ha sido el primero donde la normalidad se ha abierto paso entre virus, vacunas, cuarentenas y demás. Las bandas han vuelto a las calles, los creyentes a rezar a sus imágenes y las cofradías volviendo a tomar las calles en primavera.
Sin embargo, esas “levantás” que tanto lucen estos días se llevan a cabo gracias al valor y la fuerza de uno de los colectivos más importantes de la Semana Santa, los costaleros. Ellos le deben su fortaleza y su trabajo a las estructuras que componen su esqueleto axial, la columna vertebral.
¿Cómo sufre la columna del costalero?
El peso medio que cada costalero debe soportar supera los 40 kilos, y durante una estación de penitencia puede llegar a realizar hasta 50 “levantás” y eso que los pasos en Almería no son tan faraónicos como en otros lugares.
El peso de la carga no suele soportar la vértebra C7 que es aquella que nos podemos tocar en la parte posterior del cuello, el llamado “morrillo”. El peso se distribuye siguiendo el eje de la columna pero haciendo que estructuras como los discos intervertebrales o las carillas articulares, sufran un gran estrés.
La vértebra cervical, a diferencia del resto de vértebras de la columna, tiene dos carillas articulares en el margen lateral superior, a modo de dos pequeños ganchos. Estas pequeñas articulaciones están desprovistas de cartílago articular, por lo que no se afectan en el caso de las patologías inflamatorias pero si que puede deteriorarse en las degenerativas como es la artrosis. Otro dato característico únicamente de las vértebras cervicales, es la presencia de un orificio en las apófisis transversas para el circular de las arterias vertebrales, que además juegan un papel relevante en el aporte del flujo sanguíneo cerebral.
La columna cervical es el sistema articular más complejo y móvil del organismo. Las 32 articulaciones, coordinadas entre sí, llevan a cabo los movimientos de la cabeza en relación al tronco. Hay estudios biomecánicos que refieren que el cuello puede llegar a moverse más de 500 veces en una hora de trabajo, algo que no ocurre en ninguna otra región anatómica. Si a esto le añadimos que la columna cervical se haya sujeta a situaciones de estrés o tensión, además de ser muy solicitada al caminar, permanecer de pie, acostarse o levantarse, puede sufrir dolor y sobrecargas con enorme facilidad.
Todo ello hace que la columna cervical sea el lugar predilecto para la aparición de estrés mecánico, artropatías, sinovitis articulares o, simplemente, patología a nivel muscular.
Si la carga de peso se realiza desde arriba hacia abajo, como es el caso de los costaleros, el disco que es la almohadilla que separa las vértebras entre sí, sufre una compresión como si pusierámos mantequilla entre dos galletas y las uniéramos entre sí. Esa mantequilla se suele derramar por los lados de las galletas; pues bien lo mismo ocurre en los discos vertebrales tanto cervicales como lumbares.
El líquido que se encuentra dentro del disco intervertebral y que se llama núcleo pulposo sufre una gran presión y al ser de forma repetida, puede romperse y provocar dolor cervical y puede que hasta que se refleje en los brazos, hasta la mano.
Otra zona que sufre gran estrés son las rodillas. Cada “levantá” se realiza con la rodilla en flexión y ésta se estira bruscamente por lo que la rótula, el tendón rotuliano y cuadricipital se someten a un trabajo realmente brusco, lo mismo que los gemelos para poder impulsarse.
Lo peor que existe para una estructura muscular o tendinosa, son movimientos bruscos y explosivos de forma repetida. En el caso de las rodillas, los tendones deben estirarse y contraerse cientos de veces en una posición que no es la mejor del mundo; no es una sentadilla convencional ni tampoco una extensión completa por lo que se queda a medio camino.
¿Cómo se pueden prevenir las lesiones?
Al cuidar los hábitos posturales al trabajar o en casa, si evitamos el sobrepeso, y sobre todo, si realizamos un trabajo preventivo de fortalecimiento lumbar y de CORE, creamos una “autofaja” lumbar hecha de la musculatura de envuelve la columna, los discos sufrirán menos cargas y, por consiguiente, se reducirá la posibilidad de sufrir una hernia.
El potenciar los glúteos, cuádriceps y gemelos es fundamental para que la columna se vea acompañada de otras estructuras a la hora de realizar el trabajo de fuerza tan brusco y mantenido durante varias horas.
Ya hablamos la semana pasada de las ventajas del uso de la faja para poder soportar pesos importantes y de forma repetida. En el caso de los costaleros, el fajín hace las veces de esa faja convencional. Provee de soporte y estabilidad a la columna lumbar, lo que un puntal a un tabique, y evita daños mayores, que el disco no sea el único que soporte el peso, solo ante el peligro.
Las consultas de los fisioterapeutas estarán colapsadas la semana que viene por todos aquellos costaleros que han cargado los pasos estos días y que sin su concurso, la Semana Santa no sería como es.