- Su uso forma parte del alivio de los síntomas como el dolor, la pérdida de movilidad o la inflamación
- No debe sustituir a la musculatura de la rodilla, no es una muleta.
Esa pregunta es de las escucho en mi práctica diaria. No en vano, los problemas de rodilla son los más consultados en el día a día. La rodilla es una articulación que carga peso desde el año de nacer. Ese impacto continuo provoca que con el paso del tiempo, la temida artrosis se abra paso y comience a darnos problemas. Por otro lado, están los que se lesionan la rodilla: roturas meniscales o de ligamentos, tendinitis variadas.
Todo ello provoca básicamente pérdida de movilidad, dolor y cojera. Va a dolor al subir o bajar escaleras, al levantarnos por la mañana, al permanecer de pie, o tras haber estado sentados en el sillón favorito viendo una peli. Para aliviar los síntomas, nos solemos automedicar y vamos a buscar una rodillera. Casi todo el mundo tiene en casa alguna.
¿Qué sensaciones provoca?
Si tenemos la rodilla inflamada, la rodillera al ser elástica y si es de la talla adecuada, crea una compresión, como si la rodilla se encontrara sujeta, abrazándola. Eso provoca una sensación de estabilidad y se seguridad. La inflamación se controla, la movilidad se reduce ligeramente porque la rodillera evita que todo el arco de movimiento se pueda realizar; además engañamos al cerebro ya que la rodillera al estar en contacto con la piel, anula los receptores que llevan la sensibilidad de la piel, los satura y el cerebro desconecta un poco de la rodilla, se olvida ligeramente.
Es tiempos de frío y humedad, la rodilla mantiene la rodilla calentita. Eso sirve sobre todo para los mayores en los que la artrosis es la que provoca el dolor. El frío y la humedad son enemigos de la artrosis, por lo que ese calor mejora la movilidad de una articulación con desgaste.
Si hemos sufrido una lesión traumática como la rotura de ligamentos por ejemplo, que precisa reposo y reducir la actividad de la rodilla, la rodillera es la que ocupa el lugar de esos ligamentos dañados, haciendo que la estabilidad de la rodilla no se resienta gracias a la sujeción que dan los flejes laterales de la rodillera. Esto se produce durante el proceso de convalecencia hasta que esos ligamentos recuperen su función y podamos ir retirando dicho soporte, poco a poco.
Algunas personas usan rodilleras para hacer deporte, sobre todo en actividades de alta intensidad como Crossfit donde el trabajo de flexión profunda de la rodilla acompañado de cargas de peso importantes, provocan un estrés importante para la articulación. La rodillera en este caso busca, como un puntal apoyado sobre un tabique, dar soporte y ayuda a la articulación.
¿Son todas iguales?
Para nada. Hoy día, las empresas del sector han investigado mucho y bien, tanto en la calidad de los tejidos para hacerlos más transpirables, lavables y duraderos. Además se ha mejorado en los materiales como el carbono para que las piezas sean ligeras.
Lo primero que debemos saber es la talla de la rodillera. Para ello deberemos medir el contorno del muslo y el de la pierna, unos cuantos centímetros arriba y debajo de la rodilla. Esa medición tiene una correlación con una tabla que nos dice la talla exacta. Eso hará que la compresión sea la adecuada, que no quede laxa o demasiado apretada y provoque daño en las estructuras que se encuentran en la parte posterior de la rodilla (arteria, venas y nervio). Se inflamará la pierna y el tobillo al no haber retorno de la sangre y hará que tengamos que retirarla.
Los tipos de rodillera más frecuente son:
- Elástica convencional: es la más usada. Es la típica de color carne que se vende en cualquier farmacia y de precio más económico. Su función básica es dar un poco de compresión a la rodilla, mantener la rodilla caliente y poco más. Suele ser la más usada en las personas mayores.
- Centradora de rótula: es la rodillera que tiene un orificio en la parte anterior de la misma. Su función es mantener la rótula centrada en la rodilla y especialmente útil para casos de dolor rotuliano, condromalacia o artrosis de rodilla.
- Estabilizadora: son palabras mayores. Son las más aparatosas pero no por ello las más pesadas. Son de carbono y su función es la de proveer de estabilidad a la rodilla cuando los ligamentos correspondientes se encuentran dañados o han sido reparados mediante una operación. También se usa en aquellas personas que se han operado e inician la actividad física exigente, buscando un extra de protección para la rodilla. Por ejemplo, un esquiador que tras romperse el ligamento cruzado quiere volver a practicar con su tabla de snowboard, pero los primeros días no se fía y quiere protección máxima.
¿Qué problemas tiene?
La rodillera no debe sustituir a la musculatura de la rodilla. Es por ello por lo que no debemos abusar de su uso. Ello va a provocar que la musculatura se debilite y que seamos dependientes de ella. Por eso cuando no la usemos, la rodilla notará una falta de sujeción, como una debilidad. La rodillera no debe convertirse en una muleta y que no podamos pasar sin ella.
La rodillera es una parte del alivio de los síntomas como el dolor, la pérdida de movilidad o la inflamación, pero no debemos abusar en tiempo de su uso. No debemos hacernos rodillera-dependientes, porque luego nos va a costar más trabajo el pasar sin ella.
No debemos usar la rodillera para dormir. No se recomienda llevar prendas ajustadas mientras descansamos. De esa manera, favorecemos el retorno venoso y la relajación muscular del descanso.
Debemos consultar al médico el tipo de rodillera más conveniente, si nos viene bien, cuando usarla y la talla. De esa manera, esta prenda se puede convertir en una ayuda fiable y efectiva para recuperarnos. De la otra, puede convertirse en un problema, creando rigidez, dolor y atrofia muscular.