Mediante el estudio de lo diferentes parámetros que viajan por el líquido que soporta y nutre a nuestro organismo, la sangre, se pueden obtener las causas del típico ‘bajonazo’.
En la mayoría de las ocasiones en las que no nos encontramos bien y decidimos acudir al médico, éste lo primero que hace es solicitar una analítica. Mediante el estudio de lo diferentes parámetros que viajan por el líquido que soporta y nutre a nuestro organismo, se pueden obtener las causas de ese ‘bajón’. La sangre casi siempre nos delata
Con la pandemia nos hemos dejado, demasiado. Todas las patologías crónicas andan sin control. El colapso en la Atención Primaria y el parón en la especializada, hacen que los enfermos se encuentren desamparados. Aún así, aquí te contamos lo que debes saber una vez te hagas la analítica más habitual.
¿De qué partes consta una analítica?
Un análisis corriente y rutinario suele constar de una parte que estudia las células que circulan por el plasma, a saber, hematíes, glóbulos blancos o leucocitos y sus diferentes tipos celulares y las plaquetas.
El siguiente apartado es la Bioquímica que analiza funciones imprescindibles para el correcto funcionamiento del cuerpo como es la función hepática, renal, glucosa, colesterol. Si el objeto del test es valorar el estado actual de una persona de cara a someterse a una intervención quirúrgica, entonces también procede un estudio sobre la coagulación. Ahí se analizan parámetros destinados a valorar el tiempo que tarde la sangre al coagular y si hay algún tipo de anomalía que pueda poner en riesgo la vida de la persona, durante o después de la operación.
- Hemograma. En este apartado, se evalúan las células que circulan por el torrente sanguíneo. Las células rojas o hematíes, son las que dan el color rojo a la sangre y son las encargadas del transporte de oxígeno, gracias a la hemoglobina que almacena en su interior. Cuando su número desciende de forma importante, se produce la anemia. Esta es muy frecuente, sobre todo en el sexo femenino y la causa más frecuente es por déficit de hierro, debido a una dieta no equilibrada con una insuficiente ingesta o a las pérdidas menstruales. Es frecuente la presencia de anemia es situaciones de especial desgaste como en los corredores de fondo y ultrafondo. No todas las personas que sufran anemia, ésta se va a manifestar clínicamente. El organismo adopta medidas compensatorias que evitan que la persona lo note, como es el caso de “fabricar” más células transportadoras de oxígeno, pero éstas son más inmaduras y, por tanto, más pequeñas. Cuando esto ocurre, la anemia tiende llevar tiempo de evolución. Si suplementamos con hierro y alimentos ricos en él, conseguimos evitar la anemia. Hay un fenómeno a tener en cuenta en deportistas que es la “falsa anemia”. En ellos se incrementa el volumen de plasma que es el medio en el que flotan las células en la sangre. Esto hace parecer que haya menor porcentaje de células rojas y que se considere anemia, cuando es un hecho fisiológico. Cuando estamos unos días sin entrenar, esta “falsa anemia” desaparece.La anemia puede delatar la presencia de alguna enfermedad grave como es el que caso de la que se produce por la pérdida de sangre por las heces en aquellas personas que pueden estar padeciendo alguna lesión en el colon o recto que provoca pequeños sangrados, sólo detectables con la analítica. Si son importantes y mantenidos en el tiempo, la pérdida de peso y la palidez cutánea pueden ayudar a orientar el diagnóstico.
La otra serie que podemos valorar con la analítica es la blanca. Leucocitos en general, luego desglosados en diferentes estirpes como son los polimorfonucleares neutrófilos que son los soldados que se activan los primeros en el momento que el cuerpo entra en contacto con un germen bacteriano. Los eosinófilos que reaccionan ante algún estímulo o partícula que provoque una reacción alérgica.
- Bioquímica. Valoramos la función hepática, renal, el estado de la musculatura y los niveles de algunos iones importantes.
- Función hepática: Se mide mediante la valoración de 3 enzimas, la GOT, GPT y GGT. La GOT se origina también en el músculo, riñón y hasta en el cerebro. Su pico máximo de elevación se produce a las 24-48 horas tras hacer un ejercicio intento por ejemplo, pero vuelve a niveles normales en 3-4 días. Es la más importante de las tres. Se puede alterar en casos de irritación hepática como es la que se produce tras el consumo prolongado de antiinflamatorios. La GGT suele encontrarse elevada en personas con sobrepeso que padecen hígado graso.
- Función renal: Se mide mediante la urea y la creatinina. Tras un ejercicio intenso, un día de calor y si el aporte de líquido es insuficiente, nos deshidratamos y estos dos parámetros aumentan en sangre, sobre todo la urea. Una vez rehidratados, los valores se normalizan. Si nos hacemos un análisis de orina, es frecuente encontrar la presencia de sangre en orina, pero a niveles tan pequeños que no decoloran la orina, manteniendo ésta su color normal. Lo mismo ocurre con las proteinas en la orina, sobre todo la mioglobina, que es la proteina que transporta oxígeno dentro del músculo. Cuando las fibras musculares se rompen durante el ejercicio (rabdomiolisis), ésta se libera, pasa a sangre y de ahí a los riñones y orina. Todo ello debe aclararse transcurridos dos o tres días desde el esfuerzo.
- Función muscular: Se mide gracias a dos enzimas como la CPK y la LDH. La CPK se origina en el músculo y en el corazón. Aumenta de forma importante con el ejercicio, sobre todo dentro de los dos primeros días. Se normaliza en dos o tres días, pero si el esfuerzo ha sido muy importante, puede tardar hasta una semana en alcanzar valores normales. La LDH también se incrementa con el ejercicio a las pocas horas y se recupera mucho más rápidamente que la CPK.
- Ferritina: nos da una idea de los depósitos de hierro de los que disponemos. Cuando ésta se encuentra baja pero aún no ha disminuido el número de células rojas, no hay anemia, pero este hallazgo nos indica que estamos predispuestos a sufrirla en un corto período de tiempo. Hay que suplementar con hierro oral.
- Iones y minerales: El calcio es importante para la calidad del hueso, dientes, coagulación sanguínea y la función muscular. Compite con otros iones por ser absorbido en el intestino, como en el caso del hierro. Si tomamos suplementos de calcio de forma innecesaria, el hierro no se absorberá y tendremos anemia. El fósforo juega un papel importante en la calidad del hueso y en el metabolismo energético dentro del músculo, ya que hay dos compuestos que contienen fósforo en su mayoría y son muy importantes como creador de energía: ATP y fosfocreatina. Si su nivel en sangre baja, se produce fatiga y debilidad muscular. El sodio es un mineral esencial implicado en el equilibrio hídrico del organismo. La ingesta media debe ser 1.5 gramos por día. Debido a las pérdidas por sudor, es necesario aumentar su ingesta sobre todo en días calurosos. Es un ingrediente clave de las bebidas isotónicas ya que favorece el deseo de beber para mantener el volumen de plasma perdido. Cuando no se repone correctamente, aparecen los temidos calambres y contracturas. Potasio es el principal mineral que se encuentra dentro de las células. Está implicado en las contracciones musculares. Su déficit es raro y sólo se produce en situaciones como diarreas abundantes o vómitos persistentes o uso abusivo de diuréticos o laxantes. Se suele perder poco potasio por el sudor, luego no afecta seriamente a los deportistas que se encuentran bien nutridos. El hierro es fundamental para formar compuestos transportadores de oxígeno como es la hemoglobina en la sangre y la mioglobina en el músculo. La cantidad de hierro que se absorbe, va a depender de la cantidad de hierro almacenado. Raramente se absorbe mas del 20% del hierro contenido en los alimentos que se consumen.
Es importante seguir con los análisis de control rutinarios y preventivos, así como la toma de azúcar y de tensión, como hasta ahora.