Hace unos días tuve la oportunidad de ver una de las películas que más me han impactado a lo largo de vida. Quizás porque la primera vez que la vi estaba metido de lleno en la carrera de medicina, el caso es que me impactó.
La cinta va sobre un médico de reconocido prestigio, encarnado magistralmente por el actor William Hurt, tan buen cirujano como frío en el trato. Nunca se refería a los pacientes por su nombre si no por el motivo del ingreso, es decir, el de la hernia o la vesícula. Sin embargo, la vida le da un golpe en plena cara. Sufre un cáncer de garganta y su universo de tambalea, ahora se sitúa como paciente en el otro lado de la medicina.